lunes, 25 de julio de 2011

TORNADO por Piero Galasso

Londres te interioriza a voluntad. LLegas con tus bártulos y cuatro ideas de lo que eres y de lo que quieres alcanzar. Y comienza la vorágine. Abres la boca para tragar días de ensoñaciones y deseos aúreos, de lisonjas y ropa interior femenina de marca. Sentarse en cualquier esquina y contemplar a sus habitantes mientras lidian con sus circunstancias( maybe it´s because i´m a londoner) caminando apresurados y masticando cualquier bodrio prefabricado escasas horas atrás es fascinante.

No es una ciudad que logre llevarte al éxtasis de lo vital. Vamos a ver. Lo que ocurre con Londres es que te incrusta velocidad en el organismo, lo quieres todo al instante pateando a la castellana costumbre del descanso tras la buena comida. Son tan considerados que por estas latitudes tal crimen contra el mal gusto culinario no tiene lugar, entonces ¿quién necesita a Morfeo si tienes un Starbucks cerca?.

Lo inmediato reina en la ciudad. Si uno ojea un periódico no encontrará sesudos comentarios acerca de la crisis del momento. Aquí prima el titular fétido, llamativo, socarrón y ventajista acerca de cualquier tema, bien sea la Reina de Inglaterra o la última perorata infumable de Jeremy Clarkson. Ni que decir tiene que evitar a las hordas de turistas deseosos de pisar los escenarios de innumerables películas es un auténtico suplicio si tu trabajo se sitúa en la segunda calle más importante de la ciudad. Caminar en línea recta en esa maldita calle sólo es posible a las 8 de la mañana, ni una hora antes ni una hora después.

Mención aparte para los trabajadores foráneos que pueblan el centro de Londres y las demás zonas. Con cualquiera de ellos que se entable relación se observará que dicho sujeto es poseedor de una opinión abominable sobre sus compañeros de emigración. Sin distinción de cada 5 que se pregunte, 3 de ellos afirmarán que se avergüenzan de sus compatriotas por lo gritones, maleducados y sonrojantemente informales que son en compración con la flema y sus británicos. Claro, acérquese usted, señor encuestador a cualquier pub cercano a la medianoche y esos mismo que emulaban a Baroja ahondando en la muerte del viajante serán perfectos ejemplos del ejemplar tipo de la noche de Casteldefell a las 7 de la mañana.

Londres te convierte en lo que siempre has querido ser y te otorga las herramientas necesarias para ello. Claro está, a cambio de que seas capaz de afrontar la muerte semanal que supone despedirte de un viejo amigo cada siete días.


Piero Galasso

lunes, 18 de julio de 2011

TORNADO por Luc Dupont

No se puede querer al pasado. Tú ya no eres tú, yo soy otro menos valiente. Más coherente quizás con lo que digo. Los movimientos frenéticos de mi corazón al acercarte se han convertido en movimientos nerviosos de pies deseosos de salir corriendo al acercarte. Y quemar los rastros. No se puede querer al pasado. Todo acercamiento a algo terminado sólo consigue propiciar que se agrande la distancia que nos separa, distancia pacientemente construida. No se puede retroceder. La telaraña de recuerdos endulzados por la imaginación no coincide con aquella realidad que no consiguió convencer, que no pudo ser eterna por falta de imaginación. Por falta de ganas.

Que siempre acabe dando las gracias no significa que quiera volver atrás, a un tiempo anterior donde me seguía faltando el aire y me sobraba tanto miedo como ahora.

Tú dices que el tiempo te trata bien, cada vez tienes más pares de zapatos; has ido ascendiendo. Y cuando miras en mi dirección no puedes ocultar la falta de ilusión en tus ojos, la pérdida repentina de tu lejana inocencia.

Poco cambio, poco he cambiado y poco cambiará mi esencia cuando me muera, espero que lo más tarde posible. Están las ganas que espero que nunca me falten y cada vez sean más y más grandes, que la fuerza se convierta en potencia bien controlada que me guíe por mi camino. No soy un súper hombre, no voy a batir el récord de velocidad ni soy el más fuerte. Un tornado puede venir para tumbarme, una piedra en el camino puede hacerme perder el norte.

No todo lo que brilla es genial ni tenemos porqué vivir conforme a lo que los demás deciden que es correcto o no. Estar loco no significa encontrarse en un centro de enfermos mentales. Estar loco es vivir la vida de otro.


Luc Dupont.

martes, 12 de julio de 2011

LIGERO por Piero Galasso

¿Has sentido alguna vez esa sensación de que todo está bien y que sólo resta disfrutar del momento?

Surge sin, huelga decirlo, premeditación ni notificaciones en Facebook. Sólo tienes que dejar que el océano convierta tus cabellos en una segunda piel para tu cráneo y escuchar el griterío de 3 niños ingleses que juegan a Gaudí, escurriendo arena mojada entre las grietas de sus puños. No te molestan, del mismo modo en que el quejido de tres árboles autóctonos jamás entorpecerá el avance de la atemporal y vasta Galicia. Forman parte del paisaje.

Es de las pocas situaciones en mi vida donde he perdido la prisa y el rubor de la cotidianidad despareció de mi alma convirtiéndome, por momentos, en inmortal. No surgieron preguntas, mi cerebro esquivó esas preguntas estúpidas que nos acechan cada día siendo la semilla de nuestras experiencias. Evitar esas preguntas consiguen eliminar ese apestoso traje de personaje de novela de Carver, que escupe y escupe en la tinaja destinada a tal efecto deseando ser el espectro de Jack London o de cualquier otro héroe con un nombre envidiable por musical.

No es que fuera la primera vez que flotaba en un mar cualquiera con mis pies apuntando hacia la arena, es que 4 segundos antes de ese ponderable momento me dí cuenta de lo peripatético de la situación vital que atravesaba. TODO cobró sentido en un milisegundo, mi vida era por extravagante perfecta, por irreal fantástica. Sentí que todas mis preocupaciones estúpidas propias de un adulto medio desaparecían convirtiéndose en sal para aupar mi cuerpo un poco más hacia el éxtasis. Lo mejor de perder la más pura de las virginidades del intelecto es que al único al que se lo quiere contar es a tu propio yo.

Es fantástico dejar de ser la circunstancia que va unida a un todo y ser todo por primera vez en la vida.


Piero Galasso

viernes, 8 de julio de 2011

LIGERO por Luc Dupont

Vas creciendo, o envejeciendo; que son dos términos opuestos y unidos. Madurar para brillar o languidecer para pudrirte, dejando que el tiempo pase por tí sin que te afecte un ápice, sin que tu corazón se resienta. Se está tan seguro en tu burbuja, hace calor ahí dentro y suenan las canciones de todos los días. Repito la misma secuencia hasta la saciedad. ¿Merece la pena dejar el hogar para equivocarse? ¿Merecen la pena las cicatrices que dibujan tus episodios? A veces la respuesta a todas las preguntas es una intensa soledad que no se cura con el tiempo. Es de esas sensaciones pegadas a tu piel de viajero espacial.

Yo tengo un hogar con paredes de cemento que me protege del aire nocturno. Yo ya he pagado mi hipoteca y disfruto de una propiedad preciosa y recién pintada. Tengo las llaves de mi vida conmigo, esperando a estar solo para seguir construyendo.

Y ahora no hay tiempo, la cuenta atrás ya es un tornado que ha devorado todo a su paso. Hoy tocamos en Barcelona y la gente ha pagado 40 euros por escuchar mi dulce voz en el Palau Sant Jordi. Y como siempre los nervios me persiguen en el camerino. El miedo se esparce rapidamente por mis venas hasta hacerme enloquecer.
Las luces te cegarán, el sonido potente que escupen los mega altavoces ensordecerán tus oídos nada más comenzar, la cerveza mezclada con lo que sea te ayudará a verme enorme, soy la súper estrella del rock; soy esa actitud que quieres imitar. Lo sé, subido encima de ese escenario derrocho una fuerza díficil de igualar, nací para cantar en un grupo. Me tachan de niñato y las críticas de tipos presuntamente preparados y demostradamente amargados me destrozan sin compasión. ``Venden música chicle´´ ``...este disco es la confirmación de que deberíamos dejar de incluir a estos grupos dentro de la sección musical.´´ No todo el mundo te puede amar, los tipos de verdad nunca dejan diferente. Las personalidades extremas están abocadas al estrellato o a estrellarse. Sólo prometo que me dejaré la piel.

Si no cantas antes de salir, te puedes morir.

Luc Dupont.