No se puede querer al pasado. Tú ya no eres tú, yo soy otro menos valiente. Más coherente quizás con lo que digo. Los movimientos frenéticos de mi corazón al acercarte se han convertido en movimientos nerviosos de pies deseosos de salir corriendo al acercarte. Y quemar los rastros. No se puede querer al pasado. Todo acercamiento a algo terminado sólo consigue propiciar que se agrande la distancia que nos separa, distancia pacientemente construida. No se puede retroceder. La telaraña de recuerdos endulzados por la imaginación no coincide con aquella realidad que no consiguió convencer, que no pudo ser eterna por falta de imaginación. Por falta de ganas.
Que siempre acabe dando las gracias no significa que quiera volver atrás, a un tiempo anterior donde me seguía faltando el aire y me sobraba tanto miedo como ahora.
Tú dices que el tiempo te trata bien, cada vez tienes más pares de zapatos; has ido ascendiendo. Y cuando miras en mi dirección no puedes ocultar la falta de ilusión en tus ojos, la pérdida repentina de tu lejana inocencia.
Poco cambio, poco he cambiado y poco cambiará mi esencia cuando me muera, espero que lo más tarde posible. Están las ganas que espero que nunca me falten y cada vez sean más y más grandes, que la fuerza se convierta en potencia bien controlada que me guíe por mi camino. No soy un súper hombre, no voy a batir el récord de velocidad ni soy el más fuerte. Un tornado puede venir para tumbarme, una piedra en el camino puede hacerme perder el norte.
No todo lo que brilla es genial ni tenemos porqué vivir conforme a lo que los demás deciden que es correcto o no. Estar loco no significa encontrarse en un centro de enfermos mentales. Estar loco es vivir la vida de otro.
Luc Dupont.
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