Me hubiera gustado ser trapecista en un maldito circo. Me hubiese gustado volar. Sentir cómo el vértigo no es nada comparado a tus ganas de recibir el falso afecto del vergonzoso público de pueblo que se cree con derecho a todo después de pagar sus apestosos 5 pavos por entrar en el recinto circular que gobierna mi vida. Pido perdón a esos individuos educados que a veces me acompañan, pero nunca está de más soltar una barbaridad envuelta en el ``puto´´ o en el maravilloso ``fucking´´ inglés. Fucking world. Fucking people. Fucking shit.
Como una libélula azul, como una polilla entre la ropa, como la luciérnaga que se ciega con la luz. Vas a perseguir lo que nunca deberías haber dejado escapar. Ese atisbo de dignidad que se olvidó en medio de una conversación, ese momento en el que te rendiste cuando sólo debías sudar un poco para llegar a la siguiente estación. Pero los relojes están hechos para continuar. Yo me escapé de una canción en la que vivía para enrolarme en el ambiente circense.
El circo ridículo y sobrecargado va cambiando de emplazamiento según el estado de ánimo de los leones. Si barrita el elefante nos moveremos hacia el sur, si la mujer barbuda se cansa de esperar el beso de un apuesto caballero nos escaparemos a un bar y fingiremos que somos grandes.
Cada segundo es un pedazo de vida perdido, un paso ganado. Caminando o tumbado. Perdiendo la más maravillosa de las fortunas. Dando ejemplo a tus próximos hijos que nunca nacerán. Un pedazo de razón ilumina la locura transitoria, o más bien a la demencia que guía al mundo. La locura genial. La chispa que prende en cada cerebro inteligente que se niega a pudrirse lentamente y prefiere jugar a la ruleta rusa. El presente, como siempre, da asco. Y son los estúpidos los que bailan mientras los supuestamente inteligentes nos lamentamos de la repetición interminable de nuestro escondite. Y otro contacto. Otra escapada. Otro disparo al aire para quedarse sin más balas y aparecer desnudo ante el camino. Y lloras. Y ríes. Y te bebes las gotas que quedan de sangre en tu interior. Estás dispuesto a continuar caminando sin motivo, sin paz. Pero sabías que iba a llegar el momento.
El instante en el que olvidaste lo que es el rock n´roll.
Luc Dupont.
No hay comentarios:
Publicar un comentario