lunes, 18 de junio de 2012
AVANCE por Luc Dupont.
``El niño se dirigió decidido a la choza que habitaba su abuelo con ese brillo en los ojos que se le ponían cuando llovía y estaba oscuro. Parecía que una sabiduría natural entraba por aquellos poros infantiles, rezumando una bondad increíble.Su abuelo le había dicho que se acercara a su choza todos los Lunes a la misma hora y allí le serían entregados un poco de dinero y un consejo. El consejo siempre venía, aunque no así el dinero, que dependía de circunstancias extrañas que el niño, aún afanándose en comprenderlas, no entendía.
-Hoy no es Martes, hijo mío, así que no te puedo dar dinero. Pero, te voy a decir una cosa que nunca debes olvidar. Sonríe cuando camines, así disfrutarás tu camino.
El niño se marchaba indignado otra vez, con las manos vacías y la cabeza llena de maldiciones hacia aquel carcamal que le tomaba el pelo. ¿Qué no es MArtes, pero que pretende el viejo si me manda ir el Lunes?.Cuando llegó a casa, le prometió a su madre que jamás volvería a la casa del abuelo, y, siendo tozudo como él solo, las pregarias de su progenitora resultaron inútiles. Cada lunes, el niño pasaba cerca de la choza del viejo y se llenaba de razón pensando en lo malo que había sido el abuelo. Y te vas a enterar, porque a mí no se me engaña dos veces.
Y cada Lunes volvían los pensamientos y las maldiciones. Y cada Lunes el niño dejaba de entrar en la choza.
Y un Lunes, mientras caminaba ceñudo al lado de la casa, se percató de la presencia de muchas personas en aquel lugar. Se quedó mirando desde una esquina, ya que su curiosidad no era mayor que su orgullo. De la puerta sacaban en una cama el cuerpo de su abuelo.
El niño había ganado su pequeña batalla, pero había perdido el tiempo. Todo aquel estúpido juego no servía de nada. Su abuelo se había ido y él se quedaba allí lleno de razón pero sin nada de qué reirse.´´
Esta, señores, es la historia que escuché en la Habana cuando, sentado al lado de mi amigo Leovel, dos hombres discutían sobre si los cubanos de Cuba eran más felices que los cubanos de Miami:
-Pero, ¿qué vuelta, compadre? No te me pongas más encabronao, Ramiro,que sabes que estamos de pinga. PEro sabes que llevo razón.
- Pero dímelo, está en llama la cosa, tizón. ¿Por qué van a ser los cubanos de Cuba más felices que los de Miami?
-Porque nos cuentan desde pequeños la historia.¿Pero no conoces la historia del niño ese?
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