lunes, 5 de abril de 2010

CIUDAD por Luc Dupont

Dormido, contando las horas, haciendo malabares con mis mentiras, sólo yo sé cuál será mi próxima máscara, mi siguiente perdición. Tu lluvia me moja el alma, me he comido tantas espinas de tu cuerpo que sólo puedo estar sentado esperándote, no consigo ponerme de pie ni mirarte a los ojos.

Ahora que no te tengo me levanto cada día con tu olor, ahora que se ha acabado quiero empezar a quererte. Me alejé de tus ramblas, de tus plazas, de tus malas pasadas, me convertí en otro que envidia al anterior. Quizás debí abrazarte a tiempo, demostrar esa conexión, mi complicidad con cada uno de tus disfraces. He saboreado la ironía de verte como la más elegante de las putas, la mejor poesía que pueda sentir. Eres luna, eres todas las puertas abiertas a mi pequeño cielo, a mi esquina de intimidades. No hay nada sobrenatural en tus entrañas, llena de palomas y sueños olvidados. No hay soluciones finales a mis problemas semanales, pero hay luz, desprendes música por todos tus agujeros urbanos. Como un demente solitario, sueño con meterme dentro de tí, sorprenderte por la noche, arañar un trozo de tu encanto y conocer tu secreto.

Sé que me esperarás, que seguirás aquí quieta, moviéndote con las olas de ese mar que significa tanto para tí. Sé que siempre lo estás mirando, soñando con adentrarte en él y dirigirte hacia otras partes del mundo. Nunca lo harás, y seguirás teniendo ese color cada vez más melancólico que inunda tus calles. No te preocupes, princesa, debes saber que no hay otra más bonita que tú, nunca me sentiré de ningún otro lugar. Soy tuyo y lo seré desde dónde esté, aunque no pueda oírte ni tocarte. Simplemente imaginaré que estás ahí, que nadie te ha hecho daño ni se ha aprovechado de tu inocencia.

Llueve, rompe a llover con fuerza. Ojalá se caiga el techo de mis limitaciones con tus truenos, ojalá me encojan tus gotas y pueda vivir en tí, en tu rincón azul. Con este puto tiempo no te puedo invitar a un café, no puedo salir a sorprenderte por las mañanas. Quizás un accidente fortuito nos acerque, nos una en un torbellino del que nadie saldrá vivo, una broma pesada que nadie entenderá. Sólo te pido que confíes en mí, que me dediques unos segundos de tu lujuria. Yo cumpliré mi parte del contrato, le pondré corazón a mis palabras, entenderé la magia de nuestras miradas. Ya no tengo planes perfectos ni noticias que inventar. No hay más versos que lanzar al vacío.

Está todo bien, con mis manos en los bolsillos no tengo frío, no enloquezco buscando las próximas estaciones. Puede ser que no verte me tranquilice, que necesitemos esta inútil rutina para vivir. Lo peor de todo es que no somos felices juntos, no logramos convertirnos en algo diferente, sólo nos une la adicción enfermiza que genera tu falsa soberbia.

Un día volveré a coger tu pequeña sonrisa, un día conseguiré que nos llamen locos. Restos de ceniza y suciedad en tus calles, sucedáneos de amor en mi cabeza. Maldita maldición gitana. Necesito volver a besarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario