viernes, 27 de enero de 2012

AGUA por Piero Galasso

Pulsa el botón. Frio, calor y quietud. Se coloca uno el gorro blanco y negro en la cabeza y se dirige a disfrutar del mejor momento del día.


Por fin.


Caminar entre paredes de azulejos estridentes por su blancura esperando con ansia la explosión visual que provocan el azul del agua y los gorros de colores de una decena de ancianos que aprenden a nadar. Cada día los colores varían y juegan con las pupilas generando una sonrisa distinta. Una perfecta forma de explicarlo son las onomatopeyas sexuales y pequeños gemidos pragmáticos de aquello que genera una ampulosa fascinación. 


Deslizarse con sutileza por el borde de la piscina dejando que el agua que los bañistas desplazan , salpique la timidez de los dedos de los pies. Contemplar el reloj para fijar mentalmente la duración del entrenamiento, quitarse las chanclas, sentarse en el borde y saludar, por cortesía, al compañero o compañeros de calle. Siempre hay alguien conocido elevando la temperatura del agua y la educación dictatorialmente obliga y, más aún en los pequeños pueblos, siempre es mejor pecar de excesivo que de huraño.


 Una vez terminados los prolegómenos, llega la parte del ritual que enciende la creatividad y encierra en su cubículo a las imperiosas ganas de volar. Es como pasar de un estado de calma a uno de excitación , velocidad, desenfreno, competición, violencia, fuerza, superación, fantasía, melodía, rabia y belleza. Todo en una actividad.


 Insuperable. 


Todo el cuerpo se contrae y sufre, los pulmones parecen no dar abasto y los huesos se rebelan contra el crecimiento casual de los músculos. La fisonomía se convierte en elemento mutante adquiriendo vigor y potencia. Es una lucha entre una fatiga muscular inexistente y un cansancio mental imaginario a partir del medio kilómetro. La voracidad es la que entra en juego en ese momento irradiando nuevas ganas y deseo de metros y más metros, convirtiendo al individuo en una feliz pelota de pin pon subacuática. Huelga recordar que lo más fascinante de este deporte es contemplar el propio esfuerzo desde dos niveles, viendo en la parte superior repetición y en la inferior territorio por conquistar. 




Piero Galasso

domingo, 22 de enero de 2012

TINTA por Piero Galasso

Elimino todo lo superfluo y avanzo hacia las metas a largo plazo que me impuse de joven. Si no tuviese esa zanahoria delante habría estado dando vueltas en bucle toda mi vida sin dejar que mi inteligencia despertase, adormilándola con la tinta de la poesía escrita en salas de espera y aeropuertos. Mi folclore tiene muy poco de gitano y traje regional, es más una melodía compuesta por el rumor de una máquina de escribir antigua y un adolescente cantando clásicos de los 60 entre repeticiones de la misma frase- asdfg y ñlkjh una y otra vez, una y otra vez. Pegatinas amarillas. Aquella risa nerviosa provocada por una felicidad secreta y púber, inaudible a oídos de los futuros oficinistas, se camuflaba entre el descaro de las viejas portadoras de ilusiones,cintas, tambores y musicalidad.  

No hay soledad más feliz que la del que otorga su propio significado a las palabras por otros creadas.

 Y sin embargo, la dulzura de los versos por venir, arrebata su encanto al presente y lo convierte en elemento vacío ante el futuro halagador. Porque no puedo decir que estoy vivo si no insuflo optimismo a mis palabras, si no desplazo en el tiempo mi ponzoñosa manía de querer controlar las manecillas del reloj a través de las manos de un relojero falto de personalidad. Ya está bien de intentar ser el humano apátrida que intenta manipular el buen hacer de un titán como Crono.

Desafortunadamente, cuando uno ya ha cruzado el arco de la senectud, con paso firme apoyado en alguna que otra sonrisa cerámica, se puede permitir la concesión de ser cada día un personaje distinto, bien villano, bien bienhechor. Maldigo a los viejos que se amilanan y claudican ante el sofá y el saque de esquina. A los jóvenes recomiendo que hagan lo que quieran durante su vida pero a aquellos que tengan decidido durar y ser ancianos, el cual es el reto más apasionante propiciado por la ciencia, les diré que ahorren varios miles de euros y que ,a partir de los 70, sean libres de toda carga filial o marital y se lancen a vivir su último blues bien potente y furioso alrededor del mundo. No, mejor incluso, que elijan vivir como aire de trompetista de bebop, dejándose expulsar rabioso por la boca de un Dizzy Gillespie, juguetón rebelde con las normas sacras de la música Jazz, hacia la estratosfera.


Piero Galasso

viernes, 20 de enero de 2012

TINTA por Luc Dupont.

Yo, sucio, perdido, entero, díscipulo del sueño

pretendo apreciar de los otros el silencio

sin decir, y acariciar, acariciar, acariciar

quemando todos los personajes de mi cuento



Tú, piel, raíz de mi pequeña historia

me recuerdas cómo quiero ser, cómo pienso

que mi corazón bombea tinta de un poema no escrito

y mi boca se empeña en buscarte en este estúpido incendio.




Salir, quedarse, acercarse al abismo
languidecer en un saco de miedo

Roer, roer, roer el nudo de mi cuerda

soñar con escaparse, pensar el cielo.



Olvidada melancolía que siempre vuelve,

y tú te me quieres escapar, finito tiempo

aprender, aprender, aprender, aprender

mi repetición necesaria de este momento.



Hoy pretendo liberar, abrir, respirar bien

pausar mi demostrada locura con este espejo

que devuelve palabras desnudas, quema puntos

me deja solo con el desgastado remordimiento.



La pasión no será vencida con pereza,

al menos mientras escribir sea un instrumento

que sopla, entona, y siempre se vuelve caracol

enroscado en cualquier tiempo de invierno.




Luc Dupont.


..

miércoles, 18 de enero de 2012

FUERZA por Solrac Siol


Una inmundicia de personas estaba pasando sin pena ni gloria en el soleado Rio de Janeiro, con no más de dos prendas en su haber, debido a las altas temperaturas que todo el hemisferio sur sufría por culpa de los gases contaminantes, los cuales en el planeta habían destruido la capa de ozono, se hallaba aquella garota morena esculpiendo su moreno a base de rayos uva.

Pero la belleza la guardaba en sus ojos, aquellos demostraban al cien por cien que la infancia en las favelas no siempre se semeja a la cotidianidad de los occidentales, en el más estricto sentido de la palabra la pobreza siempre puede tomar anhelo en sus semejantes. Y la riqueza sola consigue mitigar un poco el dolor.

Tal vez ya fueron descritos en otra ocasión los hechos que habían sucedido en la selva, pero solamente ella fue capaz de ver a través de su dilatada pupila negra todo lo que pasaba, aunque la intensa lluvia mojaba cada parte de su cuerpo, y su padre le tapaba la boca mientras ambos se escondían entre la vegetación amazónica. Lo pudo ver.No lo dejo sentir.Lo olvidó. Los narcos desvalijaban cada una de las partes de la estructura de madera, rompiendo con los martillos los huecos existentes, no quedaría nada levantado hasta que hallasen el dinero de la merca.

Menos mal que esos ojos habían crecido, y que solo el recuerdo les pudo salvar de caer muertos en aquella noche tormentosa, si bien necesitaba acordarse todos los días de esos instantes, no tenía más necesidad de verse en otra perspectiva similar, el mundo había cambiado, y ella había mudado su piel.  Copacabana también era diferente, ahora era capaz disfrutar del sol y la playa rodeada de la mejor compañía, conociéndose un poco más a si misma y viendo que la fuerza  interior que poseía superaba con creces a todo el miedo que en el pasado había podido sentir.


Solrac Siol

domingo, 15 de enero de 2012

CAMELO por Piero Galasso

Giacomo camina despreocupado por Hampstead Heath observando a los diversos grupos de personas, seguramente extranjeros en un 80 por ciento, disfrutando de sus días libres en  una soleada tarde de miércoles al borde de la laguna. Algunos, al igual que otros hacen en un lateral de Hyde Park, disfrutan de un baño al fondo de la laguna, en aquella parte delimitada por separadores de piscina donde, previo pago de una cantidad razonable, se puede uno zambullir en el lago de un modo natural y agreste a menos de 25 minutos en metro del centro de Londres. Es increíble lo que disfrutan los habitantes de Londres de los escaso rayos de sol que los convierte en temporales adoradores de Ra- se dijo Giacomo mientras se ajustaba con detenimiento los guantes. 


Para un siciliano , de Taormina para más señas, ponerse al borde de un lago a comer un sandwich de paella, una de las variopintas extravaganzas alimenticias de la cadena de supermercados TESCO, y con el torso al aire cuando el termómetro marca 17 grados no es algo sencillo de asimilar. Eso NO es comparable a una porción de lassagna de zucchine della nonna y un vaso de vino blanco helado con la Isola bella enfrente de su particular nariz, denominación de origen, y la majestuosidad de Taormina a sus espaldas, con una temperatura acorde a la belleza del paisaje. 


Se dice en toda la Sicilia que la isla se desprendió de la península italiana para preservar sus bellezas naturales de los bárbaros del norte y nombró a sus habitantes guardianes y protectores adoradores de las mismas. Es como si esas personas que ocupan una silla con gesto mohíno en cualquiera de los museos de primer nivel del mundo se emocionasen todos los días enfrente de las obras de arte que tienen delante suyo y asaltasen a cualquier turista explicándole la calidad del trazo y la inteligencia en la superposición de los colores en cualquier obra de Tiziano, emocionándose una y otra vez con su propio relato.

Por supuesto y siguiendo con el ejemplo de este autor, no habría autor alguno que imitase la técnica y el saber hacer con los matices y formas como este gran pintor, degradando al resto de los maestros de la historia del arte a simples caricaturistas borrachos, famélicos, perdedores y patéticos imitadores del genio de su ídolo. Ante una réplica divergente de un visitante listillo y tras mostrar su comportamiento infantil y airado ante el que difiere con argumentos y educación, el ocupante tomaría asiento enfurecido maldiciendo en bajo al protestón idiota que se atreviese a NO adorar aquello que él si y hablarle de las bondades del arte contemporáneo. 

Giacomo trabaja en la Tate Modern como asistente del gestor cultural que dirije la contratación y disposición de las exposiciones temporales y cada vez que pasa por una sala de la National Gallery, se acuerda de lo que piensa mientras camina, en los días soleados, por Hampsted Heath.


Piero Galasso

viernes, 6 de enero de 2012

CAMELO por Luc Dupont

(A todas las lunas imperfectas.)

Qué tranquilidad aquí arriba,en esta cima tan alta y tan sola. Como tú. Desde este lugar se divisan unos paisajes espectaculares. Mi cerveza ayuda a dibujar las líneas, los colores se mezclan sin miedo, como dos niños jugando a ser mayores pero sin los miedos estúpidos de los adultos infantiloides. Aquí pongo la bandera de la noche, que todo se cubra con la sucesión perfecta de palabras que mi mente se esfuerza en encontrar para enamorarte. Cada vez es más difícil dejarse arropar por la sábana del aire; un poco más de tiempo y consigo ponerme a tono con tu elegancia, hacerte cosquillas con mis comentarios estúpidos.


Mi padre me descubrió un día tu presencia y desde entonces mis sueños se cruzan con tus transformaciones, mi mirada contiene el secreto de tu luz, mi piel descubrió el antídoto a la oscuridad fría. Hace poco descubrí que lo único que tengo es una sonrisa y la suela de mis zapatillas para seguir tus coordenadas. Para escaparme contigo me deslizaré por el árbol que abraza mi ventana; la suerte será mi destino, el mundo como único testigo de mi locura lunar.

Fruta resplandeciente, alma luminosa. Aunque digan que no, hueles a tus mares, hueles a volcanes a punto de erupcionar sonidos. Mirarte y mirarte es mi único pasatiempo permitido. Dentro del cuadrado en el que vivo tú eres mi oxígeno, recoges mis piezas para hacerme cometa, convertirme en un ritmo desconocido que consigue hacer danzar a las hortalizas nocturnas en el huerto de mi imaginación.

Mi objetivo es acompañar con letras torpes tus baños plateados, besar tu superficie rugosa con la esperanza de no abandonarme nunca al abismo. Mi falta de entereza y tu falta de gravedad no evitará que nos sumerjamos en cualquiera de las páginas de un libro cualquiera para, una vez escondidos, hacer el amor de la manera más lenta posible.



Luc Dupont.