viernes, 8 de junio de 2012

HASTÍO por Luc Dupont

Dedicado a Pep Guardiola


Quiero ser un don nadie. Quiero perderme entrre un río cualquiera de gente que desemboque en festividad popular. La feria del pulpo gallego, la fiesta del vino o cualquier tipo de concierto, como si nos ponen unas sardanas. Pretendo deslizarme entre las calles como un viento, conocer pueblos mediterráneos que conserven restos romanos, leer viejas historias de reyes destronados por revoluciones necesarias y violentas. 

Todo ha sido un sueño, una fábula de sal y sangre.Hoy me siento extraño despertándome en otro mundo, en otra época ya. Mi cuerpo aún busca abrazarse a mi obsesión absoluta, a mi enfermiza rutina. Debo aprender a vivir de nuevo. ¿Seré capaz ahora de no caer en la tentación de buscarme las heridas y jurar venganza ? ¿Encontraré tranquilidad suficiente para que todo se evapore y mi piel cambie? Sí, quizás mi única esperanza es que el nuevo yo se coma al anterior. Pero claro, mi obsesión volverá a llamar a la puerta. 

Todavía escucho las malditas voces que me persiguen desde hace cuatro años. Al principio sólo eran las mías, aquéllas de ``vamos Pep, el que trabaja es el que aguanta´´. Pero pronto lo comprendí. Entendí que debería vivir con ilusiones, miedos y desgracias ajenas. Las llaves que se pusieron en mi mano venían con una cadena muy larga. Sabía que era larga, pero ni mi eterna inclinación a prepararme para lo peor sospechaba que era tan pesada. La puerta del paraíso se abre pocas veces, pero cuando la traspasas se cierra y debes convivir con los fantasmas que allí habitan, sin poder escapar.


Desde hace tiempo solo habito con fantasmas. Los gritos de euforia y las celebraciones, el orgasmo que debieron sentir muchos aficionados con los triunfos, yo nunca los experimenté. Mi sentido del deber sólo me permitió el pequeño alivio del rey que observa a su pueblo explotar de alegría. Pero sabe que lo malo puede llegar, que hay que estar atento, que él no se puede dejar llevar porque siempre debe tener una espada en la mano para cortar cualquier atisbo de pereza o auto satisfacción.  


Trabajo, trabajo, trabajo. Humildad. No hacer caso a las malditas voces que me persiguen, no entrar en ese círculo en el que me quieren encerrar. Que se acuerden de mí por haber sido fiel a mi estilo.


Y que me dejen en paz.


Luc Dupont

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