sábado, 7 de julio de 2012

CARTA por Luc Dupont


Querido amigo,

Hace tiempo que no hablamos, quizás por pereza, quizás porque no hay nada de lo que hablar.El tiempo sigue igual que siempre, ya sabes, a veces llueve y a veces hace sol; y no merece la pena ni gastar energías en pretender llenar los molestos vacíos con letras perezosas. Sigo en la misma ciudad, en el mismo piso, en la misma calle y con la misma cara de siempre. Pero han cambiado muchas cosas, y no ha cambiado nada. Lo malo de perder el hilo con alguien es que no tienes ese par de enlaces rutinarios con los que empezar una conversación. Ya sabes, eso de : ¿Te acuerdas de Juan? Pero bueno, tú y yo nunca fuimos de esos, tú y yo somos más de no hablarnos de nada y de repente encendernos ante la mirada interesada de un whisky con hielo. Eso es lo que pretendo, encenderme contigo y meterme en uno de esos huracanes parlantes sin freno. Ya sabemos dónde está lo bueno, compadre. Somos dos lobos que siempre están hambrientos de esos detalles que hacen la vida maravillosa. Me refiero al vino, a las letras, a las chicas malas, a las chicas buenas,  a las chicas con gracia, a  los chistes sin ella, a las tardes solitarias, a las ciudades como esta, a  la pasta bien hecha, a los olores de nuestro pasado, a nuestros pactos inquebrantables, a nuestras anécdotas compartidas, a los crímenes perfectos, a las canciones que se te meten en la cabeza, a los miedos derrotados, a los asuntos pendientes, a las salidas nocturnas, a los finales con gracia.

Cada vez necesito más saber que queda alguien por ahí de mi generación de planes gastados. Necesito compartir sueños rotos, desilusiones y renovadas esperanzas con alguien de mi misma calaña. Quiero esa sonrisa de complicidad de alguien que ha estado en el agujero, en el cielo, en ninguna parte. Las risas más fáciles son aquellas construidas entre seres del mismo planeta.

Aquí te espero,

Luc Dupont

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