lunes, 30 de julio de 2012

TEMPLO por James Duluth

y si no has sido capaz de vencer a tus demonios internos y te has complacido en la seguridad del que no se atreve, del que no lo intenta, te arrancaré la lengua y los dientes uno a uno con un mar de lágrimas brotando de mis ojos. Tu me demandarás la razón y yo te diré que de tal modo nunca podrás morderte ni lamerte las heridas y te daré el engañoso mensaje de que serás discapacitado para amar el resto de tus días. Como juez y parte de esta tragedia contemplaré como tu odio hacia mí torna en una necesidad de búsqueda de lo que todavía conservas en tu zurrón y puedes sacar a la luz y en mi mano portaré el reloj de arena que indicará como tus miedos poco a poco se van mezclando en el desierto de tu neófito atrevimiento. Sólo entonces, podrás mirarme a los ojos y , tras perdonarme y sentidamente abrazarme, indicarme que una nueva identidad ha crecido en tu interior y serás partícipe de un amor verdadero contigo mismo. Nunca me permitiré dejarte cometer el error más grande de tu vida delante de mis narices,el de que te concedas el idiota privilegio de darle la espalda a la mayor exaltación de predilección que he tenido el privilegio de contemplar. Un hombre se convierte en hombre cuando la muerte deja de ser némesis y se convierte en una compañera vital. Contempla tu propia felicidad en el filo de su guadaña y observarás que eso es lo que la libertad representa. Disfrutar en el exacto y preciso momento de las satisfacciones y las alegrías mientras ella afila con el calendario su vital herramienta de trabajo.




James Duluth

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