jueves, 4 de julio de 2013

DINERO por Piero Galasso

Abres los ojos. La luz golpea y se viene el primer envite. Coño, molesta. Que sea la última vez que te permites hacer una frase con esas dos palabras juntas. Benditas comas.
Atesoras en tu boca medio millón de gérmenes más que hace nueve horas y no sabrías describir que sabor campa a sus anchas por tu boca. No es dulce. Salado tampoco. Un poco de las dos. ¡Qué más da!, al fin y al cabo lo único que te importa ahora es seguir con tu nueva y preferida rutina. Nervioso, enciendes un cigarrillo para que el humo le de la teatralidad que se merece el momento, y ya sientes en tu interior  regocijo y tus mofletes comienzan a contraerse. EL MOMENTO. Las personas de tu alrededor contemplan un tipo semidesnudo que se sonríe y se sabe dichoso y en su felicidad sólo tiene ojos para el milenario tesoro en perpetuo movimiento delante suyo. El océano ,por su parte, parece agradecer su admiración enviando a la brisa para que desordene los cabellos de su nuevo acólito.
La mejor utilidad del dinero es que sirve para comprar anonimato. De vez en cuando haces la transacción pertinente y experimentas la felicidad del que disfruta de algo que no es suyo y lo disfruta al máximo sabedor de que tiene fecha de caducidad.
Cuando eres anónimo no encuentras noes y los síes se agolpan en tropel en las comisuras de tus labios, de tal modo que tu boca se abre generando una amplia sonrisa imperturbable. Es por ello que este cuaderno a dos mentes funciona y aún tiene sentido porque ni Luc es Dupont ni Piero es Galasso.
Así que cambiaría el dicho y diría que la felicidad no se compra con dinero pero sí el billete de avión hacia el lugar donde sabes que puedes encontrar un amor sincero.


Piero Galasso

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