sábado, 28 de marzo de 2015

INCERTIDUMBRE por Piero Galasso

El otro día me desperté sobresaltado. Mi corazón se agitaba en mi pecho y mis costillas sufrían para contenerlo y mantenerlo cautivo en su sitio. Los músculos de  mis piernas se emborrachaban de ácido láctico como si hubiesen estado en tensión durante un largo periodo de tiempo. Me preguntaba si había estado durmiendo o corriendo. Tenía la boca seca y una explicación en la cabeza. Los estertores del sueño más disparatado bailaban en donde quiera que se ubican los sueños en mi cerebro.

 La localización era una basta pradera y yo corría como si me fuera la vida en ello, como mi perro cuando le lanzo su juguete preferido lo más lejos que puedo. No estaba sólo en la fantasía pero no recuerdo su rostro sólo sé que no iba sólo y esa persona me apuraba, me clavaba velocidad en las orejas repitiendo sin cesar palabras de prisa y angustia. Algo grande nos perseguía, ¿pero qué?.

El verdor de repente dió paso a la frondosidad de un bosque conformado por árboles de lo más variopinto y cada uno era de un tamaño irreal. Como pude, trepé unos 27 metros y me encaramé a lo alto de una higuera cuyos frutos tenían el tamaño de bolas de bolera, del tamaño más grande. En ese momento ya me encontraba en soledad, la otra persona había desaparecido y descubrí lo que me perseguía y me volví mudo de forma voluntaria. El miedo , de esta manera, realzó lo que mis ojos y oídos percibían. Eran dos avestruces de unos quince metros de alto que hablaban entre ellas preguntándose donde estaba el cabrón que se había escapado. Parecían dos esbirros buscando algo valioso para el villano de turno y yo sólo me preguntaba si el oído de esos bichos podría escuchar el estruendo que emitía mi caja torácica. De repente, un higo gigante se cayó de maduro y reventó en mi cabeza provocándome el grito, delatando mi presencia ante las persecutores que se giraron hacia la higuera y comenzaron a golpearla con sus patas hasta hacerla caer. Cuando mi cuerpo está a punto de tocar el suelo, abro los ojos e intento comprender que es lo que ocurre.


Piero Galasso

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