viernes, 18 de septiembre de 2015

DIEZ por Piero Galasso

Todo cambió con un poco de dinero y libertad. Es sencillo. Alguien te recomienda probar una disciplina nueva y le das vueltas durante días . Piensas en lo que cuesta el material y en alargar lo máximo posible la durabilidad del mismo y esquivas la idea de alquilarlo. Te harás conel tuyo propio porque te va a gustar ese , para ti , nuevo deporte que es el surf. Antes de ir a la playa, lo quieres saber todo sobre él, ya es una nueva enfermedad. Medidas en pies, infinidad de tipos de tablas y neoprenos y las mareas. Hay que entender al mar, que conjunto de cinco palabras más realmente complicado. Comienzas a darte cuenta de que el escaso tiempo libre que tienes será para practicarlo y mejorar tu técnica y los viajes de aquí en adelante será con una funda de dos metros y medio de largo y un traje negro con las costuras selladas. Y todavía no has entrado en el agua. Así de terco salió el muchacho. El día antes de ir a la playa pòr vez primera, no haces nada , estás tumbado casi toda la tarde leyendo sobre la técnica de levantarse y de las maneras de evitar que el mar te arrolle y te haga desistir. Hay mucho que aprender y muchas ganas de lograrlo. Durante la noche ni duermes. Te levantas a las siete de la mañana de un domingo para llegar a la playa a las ocho ya que has quedado con un amigo que tiene casi veinte años de experiencia y te dará una clase gratuita. El acto de ponerse un neopreno es como el de nacer pero a la inversa.Meter un cuerpo de casi dos metros en algo tan estrecho es todo un reto. Una vez hechos los estiramientos que el guru ha ordenado, nos dirigimos al agua. Está amaneciendo y el agua está helada pero al rato, ya no sientes frio. El neopreno funciona a la perfección y sólo se enfrían las partes que están fuera del mismo. Buena compra. Ahora llega lo bueno. Las olas vienen en grupos de 5 o 6 y la buena suele estar entre la tercera o cuarta. En la primera ola que intento tomar en mi vida, fallo. En la segunda también. Mierda , pensaba que era más fácil. El amigo tiene la solución, deja que el mar te lleve y sabrás cuando tienes que levantarte. Cuando veo que viene una buena ola, comienzo a remar con fuerza para llevar una buena velocidad antes que la ola me alcance. Cuando ya estoy sobre ella remo con todas mis fuerzas y en ese momento ya es la ola la que gobierna la tabla y mi fuerza sobra, entonces me subo al tablón de un brinco y la sensación de estar en ese lugar haciendo lo que estaba haciendo y consiguiendo estar de pie en  una tabla de surf es algo que no olvidaré en la vida.




Piero Galasso

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