Resulta que no tengo otra opción . Cortar .Abrir . Desmembrar . Extraer. Rellenar. Cerrar. Al final es siempre lo mismo. Cuando me pongo nervioso, y siguiendo las indicaciones de mi progenitor, cierro los ojos y cuento: 1,2,3,4 y 5. Aparentemente, podría suponer un breve período de tiempo pero cuando estás en la situación bajo una presión acuciante que no te permite casi ni respirar, el transcurrir de la manija encargada de los segundos avanza con la mayor de las lentitudes provocadas por la cantidad de sensaciones y sentimientos que se tienen cuando afrontas un hecho de estas características. En el manual de mi profesión decía que con el tiempo , uno llega a convertirse en un autómata sin sentimientos, mas en mi caso no es así. Rara avis.
Normalmente trato de no insmicuírme en los asuntos personales de las personas a las que trato. Procuro evitar reflexionar sobre el porqué de su situación actual, como se sentirán las personas de su alrededor, y sobre todo como se sentirá su corazón etc. ¿Qué es lo que hace que me interese por el estado de su bomba orgánica?
Poéticamente, tengo las referencias de los escritores antiguos que se referían al corazón como el recipiente de las emociones humanas. Lo cual no deja de intrigarme. Cuando uno sostiene un corazón humano en sus manos comprueba que es un órgano horrendo, totalmente idealizado por aquellos literatos de levita y pipa, ansiosos por separar las emociones de ese órgano , odiado líricamente, que es el cerebro. Reconozcámoslo, la valía del corazón radica en su función física y, exclusivamente, en su función natural.
Volviendo a la apariencia del corazón, en su parte superior contemplo los ventrílocuos, que vienen a ser las tuberías principales del cuerpo humano, los cuales conducen el auténtico líquido elemento del planeta tierra. Es cierto que el agua da vida,pero existe otro líquido que la quita. El líquido por autonomasia de esta tierra, el protagonista de guerras, nacimientos, circuncisiones, maltrato de género etc. es la sangre. A través de esas tuberías, se agolpan en manifestación proteínas, azúcares, y multitud de glóbulos blancos y rojos, cuya función no viene al caso. Debajo de los ventrílocuos vemos al corazón en sí.
En la televisión y en los tebeos, vemos al corazón con su característica forma. Sobradamente conocida por la gente de la sociedad del bienestar. La mencionada forma que , he de admitir, creía que era el aspecto verdadera del mismo. Gracias a esto, dejé de creer en la televisión, así que algún día trasmitiré mi gratitud a los productores de la televisión del reino.
Esta reflexión que hago mientras degluto un sandwich en una de las cinco escaleras que conforman la entrada a mi trabajo, es debida a mi contacto directo con cerebro, corazón y demás órganos humanos. Cada día , cuando sostengo un corazón inerte en mis manos me doy cuenta de la cantidad de personas que murieron por ese puñetero órgano. Adoro arrojarlo contra la pared sobre la papelera, y ver como la sangre que lo envuelve dibuja una línea en la blanca pared de azulejos. Al fin y al cabo, no creo que les importe a los fallecidos que trato.
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