Quedan diez horas para irme, coger ese barco y desaparecer. Volver a empezar, retornar de nuevo al vacío inicial para llenar mi esperanza con algún nuevo pasatiempo temporal. Todo es efímero, en mi vida nada permanece, por eso ahora debo comenzar a volar para alejarme de nuevo.
Siempre he vivido con un síndrome que se podría denominar Houdini, soy un maestro del escapismo. Mi miedo a la realidad y sus etiquetas activa mi reactor y salgo disparado como hombre-bala hacia el cielo. El proceso siempre es semejante: desembarco en algún pueblo o ciudad ( siempre con buenas conexiones aéreas) con la expresión facial de un niño que está descubriendo el mundo. Con mi maleta llena de trastos le pregunto a algún lugareño dónde puedo encontrar una pensión barata. Este no es mi objetivo, lo que pretendo es que algún alma se apiade de mi fingida desesperación y mi personalidad carismática para encontrar un techo temporal gratuito en el que instalarme. Una vez que dispongo de un hogar, comienza el espectáculo. Abro mi libro personal de anécdotas, experiencias y leyendas para entretener a la familia; me convierto en el bufón personal del reino. Y siempre doy pena, dejo entrever un profundo dolor en mis pupilas más conmovedor que un cachorro. Así, el tiempo se va alargando como una goma, y lo que eran dos días se convierte en una semana, y se va multiplicando hasta la saciedad. Es un intercambio de intereses, como la amistad. Yo ofrezco entretenimiento ( como todo espectáculo es una farsa), y recibo a cambo acomodo y manutención.
Ustedes pensarán que esto no es cierto y que mi plan sólo funcionaría en el siglo XVIII, desembarcando en un puerto pesquero con un ambiente en blanco y negro y unas calles sacadas de Oliver Twist y la picaresca londinense; pero háganme caso, es más fácil de lo que piensan. Las redes sociales han contribuido a que la gente no sepa distinguir cuándo le están tomando el pelo, la falsa apariencia de que manejan la información los ha convertido en inocentones sin dos dedos de frente. Es tiempo. Es tiempo de defraudar, robar en el supermercado, engañar a tus conocidos, ser infiel, hacerse pasar por otra persona. Háganlo. La facilidad de las acciones será proporcional al placer percibido.
Luc Dupont.
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