martes, 30 de septiembre de 2014

CARDO por Luc Dupont

 -¿Qué quieres ser de mayor, Arturo?
-¡Catatonia! ¡Catatonia!
-¿Qué dices chaval?
-¡Catatonia!

Aquél era el quinto psicólogo que le habían asignado al niño después de haber entrado en ese estado que los médicos denominaban como ``estado catatónico´´. La catatonia no es una enfermedad en sí misma sino un síndrome debido a múltiples causas. Los doctores calmaban a los padres con la frase de siempre: ``No se preocupen, no se preocupen. Existen dos tipos de catatonia: una forma benigna y una forma maligna de elevada mortalidad que se manifiesta en fases de excitación y de estupor llamada catatonia letal de Stauder, y con síntomas similares a los del síndrome neuroléptico maligno. No se preocupen, no se preocupen, la catatonia letal de Stauder tiene un 1% de posibilidades de aparecer.´´

Con aquellas patrañas querían convencer a los padres de que todo aquello de la catatonia se iba a quedar en nada. Lo peor era cuando se les ocurría preguntar: ``¿Y si tuviera la catatonia de Stauder?´´.-``No se preocupen, la catatonia letal de Stauder sólo tiene un 1% de posibilidades de aparecer´´

Arturito había sido hasta el primer ataque de catatonia  el niño más feliz del mundo; sus ojos brillaban con una luz de esas que hace incrementar el precio del megavatio y dispara las cuentas de la gente sin cartera. Su sonrisa era una generadora de burbujas más de champagne (por aquel entonces renegaba del cava) que inmobiliarias. Su único techo eran los límites físicos de las leyes que hasta entonces no se atrevía a mancillar. Su educación religiosa, su miedo a pecar y su halo de santo le iban llevando a un camino practicamente monacal. Desde muy pronto sobresalió su dominio de las lenguas, ya que, además de dominar a la perfección sus nativos catalán y castellano, hablaba francés en la intimidad y practicaba el italiano con su tío Giorgio Pugioli de Palermo, Sicilia.

Pero aquella dorada infancia se rompió un lunes por la tarde, cuando se dan las galas de Gran Hermano y las malas noticias.

-Arturito, tu padre se va a vivir un tiempo fuera pero lo podrás seguir viendo cuando quieras.

Arturo se quedó bloqueado. Tan bloqueado que se le olvidaron todos aquellos idiomas que se le iban metiendo en la cabeza; toda aquella riqueza de palabras se esfumó para dejar solo hueco a una:

-!CATATONIA!


Luc Dupont

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