miércoles, 26 de enero de 2011

SUERTE por Luc Dupont.

Abro mi libreta cuadrada de anillas en espiral que surcan su horizonte izquierdo y protegen una sucesión de letras ya escritas anteriormente. Estas frases pasadas siguen mordiendo mi piel y arañando trozos de mi equilibrio zen matinal. Pierdo el norte escribiendo y gano el cielo de los malditos. Nunca me ganaré el pan, pero mi tripa no está vacía de entrañas que pueda masticar y vomitar; entrar y salir, vivir en un círculo vital bastante mediocre pero nutritivo. Me gusta sentarme y dibujar frases incoherentes que borraré, ¿cuál es el límite de calidad para aceptar un texto como propio? Me acerco peligrosamente a la ventana de la escasez de contenidos, voy lanzando a la calle mis historias de princesas y monstruos , de estrellas y viajes. Ya no os cuento nada, sólo quiero engañaros con mi estilo copiado para dar vueltas a un poste hasta marearnos.

Este encuentro diario conmigo mismo debe ser violento, sino no puedo volar y soltar toda la pereza que invade mi lengua. Debo apretar el botón de detonación y explotar, dejar que los pequeños trozos de mi carne inerte sobre el papel te cautiven, si te fijas bien tienen forma de corazón. Pretendo que sueltes una lágrima por esa palabra que logró conectar con tu universo, por ese momento en el que decidiste que yo era un tipo especial y esencial en tu colección. Sí, lo soy. Quizás mi más ardiente deseo es que me lo griten y me lo repitan. Eres especial , tienes estrella. Todos nos creemos diferentes e imprescindibles para el funcionamiento del sistema solar y la sostenibilidad de la vía láctea. Ante la dudosa realidad de mis pretensiones mejor me callo y te muerdo, juego con castillos hechos por palabras que tiemblan y derrumban la construcción.

Mi miedo no se apaga por estos fuegos artificiales, pero mis ganas se enroscan por mi espina dorsal y me obligan a ladrar bajo este sol. Mis nervios se enredan en las anillas espirales, pero me siento; puedo sobrevivir a cualquier movimiento sísmico. Yo sangro y pierdo, y me repito que brillo cuando camino por mis calles. Un paso y otro, y encuentro que me gusta. Y es una suerte.

Luc Dupont.

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