jueves, 22 de noviembre de 2012

DESENLACE por Piero Galasso



El despertador está a punto de  deshacer la oscuridad con su estridencia, enrabietado por el hecho de que su buzón de entrada está huérfano de la sonrisa de quien dormita bajo la delicada celosía formada por las sábanas. Para quien inconscientemente gusta de explorar el subconsciente, no existe mayor némesis que ese insidioso canto del gallo a pilas.

El vodevil , las tragedias griegas, esperpentos y sátiras nunca serán capaces de captar esa muerte antes de nacer que supone el no saber como termina esa historia que consigue acelerar el latir del corazón aún estando el cuerpo que lo hospeda en un letargo embriagador. Vendría a ser como si uno fuese un invitado de lujo en el primer pase privado de Ciudadano Kane con Orson welles y Herman J. Mankiewicz  y , a treinta minutos del final, éste último perdiese la cordura, sacase un revólver del bolsillo derecho de su gabardina y ,contemplándonos con una mirada invernal de viento y hielo, abriese fuego contra nosotros decorando con un macabro gotelé las butacas de la sala de proyección. Acto seguido y tras quemar la única copia existente del film y los guiones , se acercaría al cadáver de Welles y  acariciándole los cabellos ensangrentados le diría:

I love you Orson but i was sick of you patronizing me all the time and I couldn't stand it anymore. This movie will be our beloved and eternal secret. It´s time to let the geniuses go and spread their knowledge *.

Bien pensado y por precaución, se antoja más atractivo retornar a la consciencia diaria con una duda y cientos de hipotéticos finales que llevarse a la ducha y no con un desenlace que tiene todas las papeletas de tener la palabra decepción asociada a él.



Piero Galasso







* Te quiero Orson pero estaba harto de que fueses condescendiente conmigo todo el tiempo y no podía soportarlo más. Esta película será nuestro eterno y amado secreto. Es hora de dejar partir a  los genios y que difundan su conocimiento.

miércoles, 31 de octubre de 2012

RASTRO por Luc Dupont.

Hay días que mejor olvidar, y hay otros de los que no nos acordamos. Los recuerdos son tan volátiles como el estado de ánimo de un hombre cualquiera. Seleccionamos, diseccionamos los cuerpos inertes de años ya pasados, y en lugar de tirar las pieles inservibles, nos servimos de ellas para disfrazarnos de nuestras sombras en nuestra pequeña morgue del ayer. De ayer nadie se acuerda porque nos lo inventamos, la realidad pasa a ser algo que nunca ha sucedido; nadie ha hecho una canción basada en hechos reales porque las letras que escupe el cantante por la boca son palabras plantadas en la parte creativa del cerebro. 

Nuesta historia pues será la que queramos contar a quién se la queramos contar, susurrándoles al oído quiénes fuimos y cuántas jornadas merecieron la pena. Recitaremos de carrerilla todos los grandes momentos de nuestra existencia como los goles del futbolista retirado y convertido ya en autista insuperable para un mundo carente de porterías. 

En un cajero automático a media noche dos vagabundos se cuentan su vida con una mezcla de paz y de vino. Las leyendas brotan de sus lenguas con la misma velocidad que la mierda se adentra en sus uñas. Uno fue rey de Escocia y el otro no se acuerda. Los dos valen tanto como una piedra y más que un banquero. 

Con el volante en mis manos se me ocurren varios caminos que llevan al lugar donde nos vamos a perder por un tiempo indefinido que oscila entre segundos y años luz. Los primeros pasos de los viajes son tímidos y perezosos pues se adivina la temida vuelta a casa y la anticipación de futuros sentimientos se mezcla con el lento despertar de tus òrganos viajeros. El primer contacto de mis manos con tus orejas hace presagiar un torrente de números pares en sucesión perfecta. Las dudas sobre las ecuaciones se despejan con la primera ojeada al retrovisor, con la primera y definitiva constataciòn de que nuestras pieles se buscan y se encuentran.

Como un felino carente del sentido de la  duda y con el único impulso vital de vivir, nuestras letras devoran espacios. Violentas e inconexas, arrastran recuerdos hacia un dibujo ingenioso o una frase tremenda en un texto pretencioso.

 La felicidad es deslizarse por los días sabiendo que lo que viene viene y todo lo que viene se va. Las olas arrastran todo lo que encuentran a su paso, lamiendo rocas y avanzando sin miedo hacia la desalmada arena.


Luc Dupont.

sábado, 15 de septiembre de 2012

CUNA por Piero Galasso

Enterro da sardiña
paixón trocada por camiño
Berros con preguiza
queimadelas no capítulo derradeiro

Nacemento e aturuxos
queixumes retortos en regueifas
por mor dos cuspes e embruxos
sen cadaleito morrerán as súas tolemias

De adeuses e bágoas
non houbo novas na fraga
quizabes o diaño aínda namora
a mouros e mulleres con argalladas

Crenzas populares malia que illadas
xeran desacougados acenos nas facianas
dos que eternamente procurarán metalurxia
nas pedras arroladas polas rías.


Piero Galasso

jueves, 6 de septiembre de 2012

CUALQUIERA por Piero Galasso

Louisiana.1962. Entre sombras, en un vagón mercantil de la Rock Island Line Co., viajan Billy "whooping cough" Gillgham de 75 años que arenga al muchacho Ray Brown quien, a sus 16 años y tras trabajar durante 8 los campos de algodón de Rolling Fork, escapa hacia las luces de Frisco, en busca de su oportunidad. 


- Muchacho, en este tren ya no suenan canciones de Woody Guthrie ni el himno "The man of constant sorrow". Impera el silencio y las miradas esquivas, sin suerte. Acomódate en un rincón y sopesa cada palabra antes que salga de tu boca. Un acento socarrón como el tuyo puede mandarte a la tumba. Estos hombres son de pocas palabras y primeras impresiones. Están hartos de los vagabundos de etiqueta, del golpe generacional de tez burguesa y alma impostora de gitanos trashumantes. No es cierto que disfrutemos de esta vida nómada, es el tiempo que se agota y nos empuja a movernos  en lugar de abandonarnos a la repetición y al desasosiego estático.
Somos la representación de la llamada perdida, el reverso de la moneda y la cara oculta de las tapas del poemario. No somos un colectivo cohesionado en base a unos principios establecidos aunque, quedamente, disfrutamos del lamento ajeno en nuestro común itinerario. Nadie más que tú sentirá la eclosión de felicidad al lograr una meta . No existe el brindis sincero a jornada completa cuando la vida no es otra cosa que el martillear de una máquina de escribir que sólo conserva las letras de la palabra desilusión. Pero, escúchame bien hijo, no conozco mayor emoción que la de coger un nuevo tren a la carrera, lastimosa ya a mi edad, recuperar el aliento sentado al borde de la entrada del vagón y contemplar como los demonios de hormigón y cristal se pierden en la lejanía, dejando su sitio al viento y la tierra , a las lágrimas y la dicha.

Ray no respondió. Las palabras del viejo, que no necesitaban de retroalimentación, y el zumbido del viento le hicieron recordar las primeros versos de la canción "Hoochie Coochie man" y ,con la brisa como acompañamiento, bramó:



The gypsy woman told my mother 
Before I was born
I got a boy child´s comin´
He´s gonna be a son of a gun
He gonna make pretty women´s
Jump and Shout



Y ninguna de las sombras del vagón aulló en la oscuridad.


Piero Galasso

sábado, 1 de septiembre de 2012

CUALQUIERA por Luc Dupont

Después de un pesado invierno que bien podría haber olvidado, el señor Cualquiera se despertó sobresaltado. Parece mentira, pensó. Por primera vez en su vida se sentía con fuerzas para desayunarse el día; todas las dudas que lo cercenaban se habían esfumado repentinamente. Incluso se sentía fuerte, sus músculos se habían tensado lo suficiente como para prometer una potencia desconocida.

En el trayecto de metro que separaba su hogar del trabajo se descubrió como el único ser viviente capaz de sonreír en esa franja horaria tan moribunda que abarca de las cinco a las siete de la mañana, la hora de los supervivientes. Su felicidad resbalaba como el aceite de oliva sobre el pà amb tomaquet; él brillaba como un cuerpo celeste desconocido en una Barcelona cada vez más europea en el mal y actual sentido de la palabra, es decir, triste, impotente, desesperada y viejuna. Quizás lo del señor Cualquiera era una nueva revisión de la desorientada rumba catalana.

No sé qué hacer contigo, se dijo el señor Cualquiera. Tan desconcertado se hallaba en su nuevo estado de ánimo que, al escuchar la monótona voz femenina del metro que anuncia las próximas o properas (si se prefiere la versión catalana) paradas, se percató de que ya estaba en Passeig de Gràcia y su viaje se había terminado. Pero cuando una señora le dio al botón iluminado que abre las puertas del metro, al señor Cualquiera le entraron ganas de hacer locuras y de olvidar su seny* catalán. Volvió a sumergirse en la línea amarilla en lugar de apearse y entrar en el insulso edificio de oficinas que le aguardaba.

Una infantil sonrisa traviesa  le acompañaba en su aventura matutina y él se divertía observando a los demás ciudadanos usuarios del metro. Ellos no saben que hoy es mi día, brindo por ellos.

Con prisa en los zapatos y esperanza en los ojos se bajó en la Barceloneta y deseó perderse entre los extraños que rodeaban la playa, inmunes a la recién despreocupación adquirida por el dueño de la más genuina de las sonrisas de todo el Mediterráneo.

Cogiendo los zapatos con la mano derecha se adentró en la playa desierta para, con toda la calma del mundo, dibujar el nombre de su amada en la arena con sus pies desnudos.




*seny catalán: El seny como característica de la sociedad catalana estaba basado en un conjunto de costumbres y valores ancestrales que definían el sentido común en base a una escala de valores y unas normas sociales que imperaban en la Cataluña tradicional.



Luc Dupont.

martes, 28 de agosto de 2012

NIDO por Piero Galasso

Entonces es cuando la magia aparece y los bolígrafos se aceleran en los bolsillos de mis chaquetas. Historias de otras bocas retumbando en mi imaginario desplazando uno de mis pies de la rutina y atravesando la imperceptible línea de la locura sin genialidad, de la inconsciencia asistida y la virtud insistida.La inmensidad de las palabras se demuestra majestuosa provocando la estampida del vocabulario impregnando de letras unos personajes que aceleran el ritmo de mis latidos. Benditas sean la gramática y la semántica.


La potencia de las palabras convierte al escribiente en muñeco de vudú de su propia imaginación, que dulcifica el papel de marionetista de manera centelleante hasta que, súbitamente, desaparece sin huellas ni sellos en el pasaporte. Afortunadamente, de los viajes del alma no se conocen registros ni aduanas.

Desde los 5 o 6 años Egipto y su mundo antiguo ejerce una fascinación sublime sobre mi hambriento intelecto y, especialmente, la figura de los escribas y su posición humilde en una disparatada sociedad con dioses de carne y hueso.
Ahora, como escriba unidireccional y para mi regocijo particular, me contento con llevar las cuentas de mis conquistas y derrotas sin más papiro  que mancillar que este homérico y estelar tamiz que es la vida, el cual atravesaré cuando sea demasiado delgado como para seguir bailando cada nota musical de las historias de mi imaginario. 


Piero Galasso

martes, 21 de agosto de 2012

NIDO por Luc Dupont.




Nunca sabes cómo lo hace, pero la vida siempre te da lo que le pides. Y un poco más. Yo le pedía pasión y un poco de locura. Andaba loco por encontrar las señales de algo que me levantase el ánimo y la piel, por decirlo de alguna manera. Y es que a  mí siempre se me ha dado mal ponerle nombres a las cosas y finales a las fiestas. Cuando baja el rio preñado de vino y de vida, soy el primero en dejarme llevar por su corriente hasta que se termine el violeta del tinto.


Cuando abrí los ojos después de tus besos y mis  mil trampas contigo, el tiempo me dio una merecida bofetada. ‘’Despierta muchacho, te has quedado dormido en tus nubes y tus miedos. ‘’ El no engaña y yo no pretendo distraerle con trucos fáciles. Lo único que quiero es seducirlo para que sus manecillas me lancen hacia encontrarte.  Y mientras espero a mi partida, me meto en nuestro nido sucio y caliente. Enroscarme, abrazarte, acojonarme imaginándome sin ti, hacerte el amor como siempre y como nunca, sudando, revolviéndonos el uno contra los miedos del otro, volviéndonos más locos que mis dudas, reventadas ya por ti y por el roce de tus piernas.


Ahora que toca tocarme las palabras yo solo, no podría estar más contento y más melancólico. Siempre tuve imaginación para sonar y paciencia para leer tus libros. Tal vez con un poco de música en mi cabeza pueda encontrarte un hueco de esos que te gustan, para que vivas ahí siempre, en tu rincón imperfecto. Quizás hubieses preferido que no tocase algunas notas, que evitase algunos sonidos tremendamente desafinados, quizás hubieras querido que supiese bailar bien. Pero yo solo te puedo llevar cosas dulces adonde estés, para que te desayunes nuestras diferencias y dejes nuestras espinas dorsales desnudas, encariñadas una con la otra. Ciegos y sordos, tu sur arrasa con todo el norte que pueda tener.  

Ahora toca seguir el espectáculo de lo inesperado, sabes que no me gusta ser como los demás. Porque tú no lo eres. 

Luc Dupont.