martes, 20 de diciembre de 2011

DIFERENCIA por Piero Galasso


Querido imbécil:

No me puedo explicar como ninguno de los dos hizo ningún movimiento que nos llevara adonde los dos queríamos llegar. ¿Por qué diablos no te convencí para quemarme con tus ojos?. Sería tan sencillo, tan evidente, pero ahí nos mantuvimos en nuestros trece, esperando que el otro hiciese un gesto responsable que nunca quiso llegar. Como dos espantapájaros protegiendo un campo de maiz arrasado por el fuego. 

Comer es irrelevante  sino cuento con tu expresión cerca de mi oido susurrándome dulces palabras rutinarias. Estar contigo es extraño porque detesto lo que proyectas pero al mismo tiempo soy mosca ante cristal, como el niño que vuelve al vacio bote de las galletas con la esperanza de que haya cambiado de estado. 

No puedo seguir con este pensamiento que me tortura a todas horas, no consigo sacarte de mi cabeza y no sé si es amor, deseo o necesidad de conquista lo que me está fastidiando pero necesito expulsarlo e inundarte con candidez, calidez y caricias exonerantes de culpa.

 Te imagino sintiendo lo mismo que yo y nos detesto, siento pena porque no nos dejamos llevar por nuestros instintos primarios y simplemente hicimos lo que se esperaba de nuestros disfraces de querubines. Supongo que lo que más me provocas es miedo porque es la primera vez que siento algo parecido, nunca antes había probado esta mezcla de sentimientos tan diversos para con una persona y puede que enloquezca. Ojalá esto ocurriese así podría a lo mejor olvidarme de ti , de tu cuerpo y de todo aquello de lo que seríamos capaces juntos. Sé a ciencia cierta que mi vida se convertiría en aquello con lo que soñaba de crio y que proyectaba en imposibles garabatos multicolor. Aún así, prefiero la locura a anticiparme y declararme y que tú me digas , con una deliciosa expresión de incomodidad en tu rostro, que estoy loco.


Piero Galasso

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