miércoles, 28 de diciembre de 2011

FUERZA por Luc Dupont.


Todos se afanaron en delatarlo, como hacen los cobardes. El reloj lo había robado él, eso estaba claro. Su sonrisa atrevida le delataba, el poco control del actualmente llamado body language no contribuía al engaño. Pero no hacía falta que sus compañeros rebotaran como muelles ante la primera pregunta de quién había sido. Por lo menos unos minutos de despiste, señores, no convirtamos la vida en una danza carente de estilo y maneras. Cómo son los niños. Qué aburridos son los mayores.

Es difícil encontrar gente de verdad. Como el buen amante de la comida, uno no puede sentirse contento rodeado de ensaladas plásticas a diario; el paladar pide volver a encontrarse con aquel dichoso recuerdo de carbonaras bien hechas. Así sucede con las personas. En ciertas ocasiones me puedo llegar a convertir en un elemento autista en medio de un aparente alboroto, si dicho alboroto no entona con mi tipo de disfraz. Y sin embargo, disfrutar de una persona interesante (por la razón que sea) y divertida, es algo que me vuelve completamente loco. Observar el juego dialéctico, zambullirse en un mundo imaginario creado en el momento, saciarse de sonrisas cómplices y potentes risas.  Es la mayor fuente de energía que conozco. Aunque, a al contrario del vino, la calidad no depende de la edad, sino de conexiones extrañas y extraordinarias.

Los contratos de lealtad que establecemos definen la longevidad de esas relaciones que se empecinan en durar.. Las amistades bañadas por la competencia creada entre los dos individuos se pierden en un remolino inmóvil que se traga el tiempo con la estúpida batalla de egos creada, dejando como único resultado el retroceso en el crecimiento de los dos fulanos.

Yo quiero ese contrato infinito en el que los dos nos respetamos y no tenemos en cuenta nuestras desperfectas corazas porque sabemos lo que hay debajo.  No te juzgaré por tus logros, tus planes, tus miedos. Dejaré que tu sonrisa me recuerde quién eres, tú fuiste quién robó el reloj, yo soy el que no te delata.

Haciéndole menos casos a mis conexiones cerebrales en favor de mi piel conseguiré ofrecerte una sonrisa.

Tú me das fuerza.

Luc Dupont.

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