jueves, 28 de abril de 2011

MADUREZ por Piero Galasso

Todos mentimos. Nos levantamos y creamos. Nos preguntan al lado de la máquina de café en la oficina sobre algo de nuestro pasado e inventamos. En nuestro cerebro tiene lugar la siguiente conversación:

Imaginación- Prepárate Ego que voy a conseguirte jabón para llenar el cupo de esta semana.

Ego-¡ Estupendo!. ¡ Espérate al fin de semana que haré que vueles!

La exageración de nuestras vivencias personales para el regocijo de nuestras amistades no se incluye en la categoría de la falacia dado que es una creatividad sana, indeleble en la memoria de las personas que se regocijan con un comentario chistoso. En lugar de soezmente tildar al interlocutor de sátrapa, se disfruta de su alegre imaginación, la cual incita al resto de escuchantes a elaborar las suyas propias en una suerte de adoración de la inventiva. Todos nos sabemos cómplices del engaño pero nos la trae al pairo dado que significa diversión.

Las mujeres dirán que los hombres mienten más que sienten y los hombres, en el 80% de los casos, confirmarán asintiendo del mismo modo que su caída de ojos delata lo bellaco de su comportamiento. Se miente incluso cuando se inquiere acerca del tema que nos atañe en cualquier encuesta trivial. Digamos que si la tergiversación de la realidad se realiza con fines indoloros, inocuos y hasta terapéuticos, es un actividad de lo más loable y necesaria para el buen devenir de las interconexiones relacionales entre seres humanos.

Inevitablemente, el testarudo ser humano necesita el patetismo para seguir adelante para lo cual necesita mantener dos yoes : aquel que conoce desde la enjuta infancia y la imagen que proyecta y que considera necesario para salvaguardar a todas luces una integridad ¿impoluta?. Se dan ocasiones en que los yoes se separan de un modo considerable y otras donde ambos van de la mano porque ese ser humano demuestra ser íntegro y fiable. Éstos últimos, deberíamos creer que existen para no entrar en una espiral desquiciante que nos haga dudar de la realidad como en cualquier película barata de serie Z. El segundo de los yoes es alimentado con palabras de calidad risible que provocan un gozo burlesco y orgiástico por irreal.

Para concluir, en un mundo donde ni en los medios ni en las relaciones interpersonales nadie dice la verdad, a partir de ahora sólo deberíamos creernos lo que nos digan los niños y Ana María Matute, quien dijo:

“Hagan el favor de creer todo lo que he escrito porque todo me lo he inventado”.



Piero Galasso

2 comentarios:

  1. Bueno, esta entrada me duele mucho más de lo que estoy dispuesta a admitir.
    Al final se pierde la realidad con el paso del tiempo, es lo malo de todo eso.

    Un saludo

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  2. Me siento desnudo ante anta entrada. Es una mezcla de verdad para mi corazón y de mentira para mi mente. Gran blog Piero, grande!

    Un abrazo,
    Ferxolate!

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