domingo, 7 de noviembre de 2010

INVIERNO por Luc Dupont.

-Por cierto, lo he dejado con Javier.
Es curioso, yo sólo le preguntaba cómo le iba, con el tono aburrido del que no espera una respuesta porque se da cuenta de la falta de entusiasmo de la pregunta. Y sin embargo abordó el tema preciso, quizás fuera de contexto, o en un momento no esperado, porque esperaba escuchar esas palabras mucho antes, cuando ya era evidente el final de su mentira y el inicio de mi pretensión de embaucarla con la mía. Y, después de tiempo soñando en mi cabeza con esta frase, imaginando los pasos a seguir de mi perfecta estrategia para secuestrar un corazón, de ensayar ante el espejo una cara de no demasiada sorpresa ante una noticia supuestamente novedosa, después de todo eso, se me pinchó el globo.

Creo que no es un buen comienzo. Si esto se puede considerar una historia de amor, hay que ponerle un inicio romántico. Aunque mejor dejar de extrañarnos, lo sabemos, los inicios no suelen ser románticos ni bellos, a no ser que la historia sea la de dos ángeles predestinados a quererse, o las nieblas que cubren la adolescencia permitan que dos adultos todavía no formados consigan entretejer un juego estupendo de principio a fin, por la mera razón de que los dos participantes andan enloquecidos por las hormonas, la búsqueda del amor imposible, o la falta de sueño. Y el único amor perfecto es el imposible, al menos en mi caso, ése que se define por la imaginación irrealista, por añadirle virtudes a una persona practicamente inexistente, por la timidez absoluta, por la obsesion con un sueño repetido hasta el aborrecimiento.

Y el caso es que el invierno se ha llevado mis palabras y no sé qué decir.
Sólo puedo decirte que si no me das locura no puedo avanzar, sin mi ración de amor imposible e impasible no consigo respirar, repetir ni transpirar letras. Si no me das ilusión ni me regalas tu mirada miope entonces yo sigo con mi ceguera genital, tranquilo y con buena vida, bien mantenido, pero falto de vitaminas eléctricas. Me quedaré sentado en la calle, epserando un vendaval que levante todo, que despeine y consienta mi despegue, ahí voy directo al infinito, hacia romperme de nuevo el alma, ya van cuatro. Cuéntame una historia llena de imaginación, pues ya desayuné y necesito despejarme, dame un poco de trascendencia matinal, juguemos a cualquier teatro circense y popular. Si tu no me besas ni dejas ue te lama entonces yo me convierto en humo,niebla nubosa, trama oscura dramática, y lloraré, lloraré esas lágrimas ridículas que se deslizan calientes por mi mejilla derecha. Y me las bebo con la sonrisa dibujada en una cara abstracta, instinto primario de primate; necesito algo entre mis manos, tu cuerpo, mi cuchillo, una libreta para llenarla de vuelos no permitidos, no educados, no dirigidos; siempre sin rumbo hacia el mismo lugar, todos mis caminos llevan a tus bocas, a tus tragedias habituales. Y me plantaré, y me regarás, éste es mi último disparo, directo al vacío, ocasión desperdiciada y suicidio colectivo, me hago el harakiri cada domingo por la noche. Y después café y levantarse, descender por las escaleras feliz y maltrecho, fingiendo estilo y planificación. Mis poemas te los regalo, mi ropa la cuelgo en tus perchas, mi pelo me lo arranco por que sí, tú me das razones para agitarme y subirme a los altos, mirar desde allí y bajar desilusionado, pensaba que vería algo interesante y elegante. Acércate más, quiero desvelar el secreto de tus pupilas gustativas, tus ojos cojos de emociones, tus ventanas cerradas, tu vergonzosa falta de color, dame un poco de chocolate. Quiero beberte, te succiono como si fuese un elefante, no te conviertas en serpiente, porque te quiero comer y después vomitarte, retratarte mientras te tocas, mi musa, mi idílica diosa odiosa, dame una buena letra para no olvidarme de tí, mándame una carta con tus planes y las escusas con las que los evitas, sígueme por la calle, conozco los lugares secretos de esta urbanidad, micciono en cada farola, continúa el rastro de mi reguero animal, color amarillo limón. Yo soy un gato siamés y quiero hermanarme contigo, de una manera incestuosa e intempestiva. La faamilia tan querida y escondida, no descubras mis antepasados, los tengo escondidos, todos pervertidos por mi falta de sensibilidad sanguínea, corté el árbol familiar y construí una barca, sube que zarpamos, con mis uñas felinas te araño sin dañarte, pretendo marcar las lineas del razocinio, este capitán espera por la aparición de la isla, la inspiración aparece en el descenso, ahí vamos hacia la catarata, por el precipicio nos amaremos. Si todo esto te parece chino, tradúceme, convéncete de la falsa polsibildad de mis metáforas, me hago el interesante y me convierto en súper héroe patético y solitario.

Luc Dupont.

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