martes, 30 de noviembre de 2010

OPTIMISMO por Piero Galasso

No puedo mostrar un ápice de tranquilidad. Algo desconocido se me viene encima y no sé que es lo que tengo que hacer. Estoy totalmente a expensas de las situaciones futuras. Nadie me va dar verdaderas pautas. Por esta senda no hay señales. Miento. Existen las señales que las voces te colocan. Como cuando de repente, escucho a Bach de una forma tan nítida que parece que alguien esté interesado en que yo lo escuche. Me vuelvo loco sin saber si esos sonidos los provoca mi cerebro o son externos. Luego tenemos esas personas que hablan y hablan y hablan pero yo no escucho, no te puedo escuchar , lo siento. No es mala educación. Tu estás en una dimensión ya natural para ti y yo me encuentro peregrinando, inmerso en mi éxodo hasta el piramidal lugar donde tu, privilegiado, ya has catado maná. Estoy viviendo la soledad del que no sabe, el patetismo de las cien mil preguntas que yo mismo he de dar caza con mis respuestas. Éstas deberían surgir internamente pero estoy tan condenadamente asustado que no me centro más que en mi desvelo. Me pregunto si habrá más pensamientos como los míos encima de los ojos de otros individuos. Imagino que si. Soy novato. Soy persona fresca. Soy lo que las coincidencias moldeen. Soy libreta bajo el plástico guardián.¿Perderé parte de lo que tengo ahora?.

Por supuesto, atrás quedará mi libertad y mis deliciosos momentos de silencio donde lo que más me preocupaba era ver como iba dejando de ser joven para serlo menos. ¿Serán estos los últimos momentos como el ser humano que soy ahora mismo?. ¿Es ésta la carta de despido a mi forma de actuar presente? .¿Se produce hoy la demolición de mi fachada?. Si alguna vez creí haber experimentado el miedo verdadero, confieso que pequé en la exageración.

Algo sobrenatural está empujándome a ir hacia delante y al ver llegar el momento desconocido empiezo a contradecirme. Esa fuerza lo hace con una insistencia y un tesón que me obliga a ir hacia adelante. No soy dueño de mis actos. Primera diferencia. Ya estoy empezando a sentir nuevos contactos, me estoy imaginando explorando con mis sentidos la novedad de la experiencia. Separo mis labios y río. Nervioso. No intento aferrarme a mi situación actual, quiero saber adonde estoy siendo transportado. Reconozco que se me cruzó por unos momentos esquivar la realidad, no afrontarla como el hombre en que habré de convertirme. Débiles somos todos, no me juzguen. El momento se acerca y no lloro porque no sé o se me he olvidado. Es el momento de saber de una vez por todas a donde me lleva esa bienaventurada fuerza... Y ,entonces, alguien golpea mis nalgas y aprendo a llorar. Y ,entonces, lo veo salir tan hermoso del vientre de mi mujer y aprendo a llorar. Ahora sí, de verdad.


Piero Galasso

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