viernes, 12 de noviembre de 2010

LLUVIA por Piero Galasso

Lluvia Ruipérez Olego , nacida el 23 de Marzo de 1897 en una minúscula aldea del Baix Llobregat. Ya desde pequeña destacaba por sus dotes artísticas dejando en el imaginario de los habitantes de Guixols un recuerdo inquebrantable. Fascinantes relatos fluían sobre su persona en los cuales se alababa la creatividad de una niña sin igual, una niña excepcional. Lluvia tenía un don con los instrumentos musicales y despuntaba tanto en baile como danza. Tenía una alucinante memoria fotográfica y reproducía todo aquello que veía ante sus ojos con una habilidad pasmosa. A los 13 años ofreció un recital de música , danza y baile dirigido e interpretado por ella misma para el asombro de su numeroso público. Tras el recital, se reunieron en conversación el sacerdote del pueblo, Don Anastasio, el sargento de la Guardia Civil, Don Ceferino, y el Alcalde , Don Servando. Entre los tres , y dada la condición de hombres fuertes y de sociedad que tenían por ser de los pocos no analfabetos, acordaron otorgar a Lluvia la posibilidad de ir a estudiar Artes a una gran urbe industrial como lo era la Barcelona de comienzos del siglo XX.
La familia de Lluvia dudó, racionalmente, ante la ofrenda altruista de los poderosos de la localidad. Creían que deberían pagar con esfuerzo y sangre ese presumible acto de mecenazgo que ellos consideraban un verdadero impuesto. Lluvia, muy entera a sus 13 años y medio, se dirigió a sus progenitores y les espetó:

- Padres míos, si eso les ocurriese no duden que les proporcionaré el dinero necesario como para comprarse una aldea en cualquier región del mundo. No lo duden por un instante.

Lluvia se subió al carromato que la llevaría a su El Dorado particular con lágrimas en los ojos y la harapienta maleta rellena de única y exclusivamente una cosa, certeza. Certeza de que la vida le iba a sonreír.
Ya en las aulas, rápidamente se convirtió en el pasmo de la sociedad catalana. Sus dotes y conocimientos aumentaban a velocidad vertiginosa y parecía que no hubiese instrumento, tipo de baile o nota musical que no amaestrase y dominase a las pocas horas. A sus 16 añitos había creado una compañía de teatro, Alucinario, en la que pudo desarrollar sus dotes escénicas y para la que se dotó de alumnos y ex-alumnos de su escuela de arte. Todo el mundo la quería y admiraba. Incrementó la capacidad económica de su familia y devolvió cada céntimo prestado por sus tres mecenas. Aún con todos los halagos y las lisonjas, Lluvia se sentía tiburón en pecera. Lluvia comenzaba a mirar hacia Europa. Su nombre sería conocido en todo el mundo.

Su etapa parisina comenzó con dudas, accidentes ferroviarios, robos de instrumentos, amantes desconsolados implorándole su mano en matrimonio,etc. Nada podía perturbar la mente de Lluvia. Iba a conseguir su objetivo. Y así lo hizo. Conquistó los teatros y auditorios de las grandes ciudades europeas y mundiales asombrando al mundo con su apasionante espectáculo.

Aprendió francés, italiano, ruso, alemán para al final dominar un montante de 19 lenguas. Su compañía crecía y crecía . Pasó a llamarla El Circo del Sol debido a una megalómana comparación con Felipe II. Y se podría decir que su imperio gozó de mayor salud que el del ínclito monarca español. Nada parecía irle mal a nuestra protagonista.

Las ansias de grandeza de Lluvia comenzaron a pasarle factura. Se decía por los corrillos de medio mundo que buscaba introducirse en la anquilosada burguesía parisina de manera desesperada. París sería su base de operaciones. Estos ecos de grandeza llegaron a oídos de un menudo y relamido hombrecillo , el Barón Lion Chatelet. Las crónicas de sociedad de la época hablaban de él como de un Don Juan redomado. Las mujeres no se resistían a los encantos de este mujeriego que utilizaba a sus víctimas cual versión masculina de la viuda negra. Y Lluvia Ruipérez Olego no fue excepción.
Así, tras una semana de amores escondidos, el Barón logró su objetivo, casarse con mujer de tamaña importancia. A estas alturas de su vida, Lluvia exudaba felicidad y empezó a descuidar la dirección de su magnífica empresa. Enamorada hasta el tuétano firmaba cualquier papel que el Barón deslizaba ante los ojos de ella. Este inmundo ser codiciaba la empresa hasta que tras un año de engaños y documentos rubricados, pasó a ser el único dueño de la compañía, a la cual cambió el nombre. Ahora se llamaría Cirque du Soleil.

Lluvia, una vez se dió cuenta del engaño, cayó terriblemente enferma. Unos decían por cólera, otros tuberculosis, otros neumonía pero la verdad era de pena. La pobre Lluvia moría,abandonada, un 5 de Noviembre de 1937, a los 40 años de edad. Nadie acudió a su entierro. El barón hizo lo posible por dilapidar el buen nombre de Lluvia y borrar su recuerdo. Esta es la historia de una de las mentes más preclaras y fascinantes del siglo XX que sólo cedió terreno una vez, la cual fue suficiente para destruirla.


Piero Galasso

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