jueves, 20 de diciembre de 2012

MITAD por Piero Galasso


Imagen de la risa inaudible
Ausente de diatribas punibles
Zapato recauchutado ante las piedras del camino
Colosal arbotante de los valores prístinos

Raciocinio fuera de la testa propia
Neuronas convalecientes de morriña
Soborno del tahur a la indolente cabaretera
 que guarda su demencia en un reloj de arena

Interpretación extrínseca a mis vidrios
Picazón de la realidad en mis nervios
Pasos de baile para un mujeriego discapacitado
Delicioso tango a media luz cantado.


Piero Galasso

miércoles, 12 de diciembre de 2012

MITAD por Luc Dupont.


Amor es una palabra demasiado impredecible para susurrar nuestra historia. Sería mejor comenzar con Dulce locura, o con algo  más semejante al éxtasis provocado en el astronauta por el recién terminado viaje interplanetario. Orgasmo que vuela por los aires cualquier atisbo de estúpido raciocinio. Tu piel recubre mi cerebro para asegurarse de que todos mis días serán tan geniales como podamos imaginar. Mis días serán tremendamente ridículos desde los ojos de un hombre con más dinero que corazón. Habitar dentro de un poema y convertir nuestras rimas asonantes en pompas de jabón será nuestro legado vital. Nuestra manera de ganar con sutileza un pulso ficticio a la soledad.


(Hagamos aquí un inciso y respiremos con fuerza para cerciorarnos de que estamos vivos. Pensemos también en posibles definiciones de soledad más adecuadas al texto que la siguiente: )


La soledad a veces es la mejor compañera. Sólo un poco. Sólo como ese pequeño placer que se da el perpetuamente acompañado y felizmente ocupado. Pero ponerse tonto por una ciudad grande, ponerse jodidamente melancólico entre cientos de ojos improvisados tiene un sabor increíble, la verdad. Es como disparar con pistolas de fogueo, representar un pequeño teatrillo personal. Dejarse llevar es tan dulce que engancha, aunque su adicción obliga a realizarlo en pequeñas dosis. Una vez al mes es suficiente dosis para cualquier tipo con autocontrol. Si es invierno, si hay abrigo y manos en los bolsillos, mucho mejor. Si el sujeto fuma y hay un río que bordear paseando, entonces casi se roza el delirio del bohemio. Si el sujeto no fuma o lo ha dejado, le rogamos no haga el gilipollas y no vuelva al vicio.


(Volvamos a respirar y pensemos en algo mejor con lo que rematar el texto que este poema barato que se presenta. Se deben cerrar mejor los partidos, hay muchas y mejores maneras de meter un gol.)


Salir, quedarse, acercarse al abismo
languidecer en un saco de miedo.
Roer, roer, roer el nudo de mi cuerda
soñar con escaparse, pensar el cielo.

Olvidada melancolía que siempre vuelve,
y tú te me quieres escapar, finito tiempo
aprender, aprender, aprender, aprender
a contar con la complicidad del viento.

Hoy pretendo liberar, abrir, respirar bien
pausar mi denostada locura con este espejo
que devuelve palabras desnudas, quema puntos
y convierte papel en necesario alimento.


Luc Dupont.


lunes, 10 de diciembre de 2012

DESENLACE por Luc Dupont.


Con las manos marcadas por sus infinitas callosidades, el músico artesano exige a gritos paciencia y dilación al impaciente tiempo.

-¿Usted quiere un trabajo bien hecho, o pretende llevarse a sus entrañas un conjunto vacío y carente de alma?

-Yo quiero algo bueno y lo quiero ahora.-, grazna el tiempo sin paladar poético. Sus colmillos se encuentran ya afilados para desestabilizar cualquier yugular bohemia.

El artesano resopla. Él también se ha convertido en un hombre sin tiempo. Sus musas se han puesto de acuerdo para abandonarle y visitarlo muy de vez en cuando. Ahora, cada vez que coge su guitarra, debe revolverse y retorcerse sobre sus perezas con la mayor de las violencias y permitir que sus dedos se despellejen solos tratando de encontrar cualquier tipo de sonido que valga la pena.

Todos los artefactos artificiales y las compañías desestabilizantes se marchan cuando la silla de madera pide su presencia, sólo su soledad es abrazada con ganas en su escenario. Sus ropas de tipo desastrado con estilo, sus vinilos rayados a conciencia y sus poses perfectamente estudiadas a lo Keith Richards se esfuman enseguida porque no hay sitio para nadie más que él y su piel. El proceso de creación es dulce por lo vulnerable, pero a veces es duro arrancar las historias de la tierra. Se enroscan tozudamente y hay que tirar con fuerza y persistencia.

Nunca nos gustaron las novelas de Marcel Proust ni sus frases interminables, aunque tenía razón cuando defendía con su vida la capital importancia de contar historias y la necesidad de contarlas bien. Somos cuentos e ilusiones entrelazadas que desesperan en lograr que alguien las entienda o al menos las escuche. El problema es elegir bien qué historia queremos contar y cómo.
El músico artesano recita de memoria versos sacados de algún libro antes de enfrentarse consigo mismo. Los aullidos del tiempo expectante ensordecen sus oídos y dificultan el precioso recorrido de las letras por el inocente papel, cómplice involuntario de un acto creativo. Lo que nazca esta vez será mejor o peor, ya se verá.

Sueñen sus historias lentas, ahúmenlas y sáquenlas a pasear con asiduidad. Suden sus tristezas con esmero y dancen hasta el comienzo de la siguiente página. 

Luc Dupont. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

DESENLACE por Piero Galasso



El despertador está a punto de  deshacer la oscuridad con su estridencia, enrabietado por el hecho de que su buzón de entrada está huérfano de la sonrisa de quien dormita bajo la delicada celosía formada por las sábanas. Para quien inconscientemente gusta de explorar el subconsciente, no existe mayor némesis que ese insidioso canto del gallo a pilas.

El vodevil , las tragedias griegas, esperpentos y sátiras nunca serán capaces de captar esa muerte antes de nacer que supone el no saber como termina esa historia que consigue acelerar el latir del corazón aún estando el cuerpo que lo hospeda en un letargo embriagador. Vendría a ser como si uno fuese un invitado de lujo en el primer pase privado de Ciudadano Kane con Orson welles y Herman J. Mankiewicz  y , a treinta minutos del final, éste último perdiese la cordura, sacase un revólver del bolsillo derecho de su gabardina y ,contemplándonos con una mirada invernal de viento y hielo, abriese fuego contra nosotros decorando con un macabro gotelé las butacas de la sala de proyección. Acto seguido y tras quemar la única copia existente del film y los guiones , se acercaría al cadáver de Welles y  acariciándole los cabellos ensangrentados le diría:

I love you Orson but i was sick of you patronizing me all the time and I couldn't stand it anymore. This movie will be our beloved and eternal secret. It´s time to let the geniuses go and spread their knowledge *.

Bien pensado y por precaución, se antoja más atractivo retornar a la consciencia diaria con una duda y cientos de hipotéticos finales que llevarse a la ducha y no con un desenlace que tiene todas las papeletas de tener la palabra decepción asociada a él.



Piero Galasso







* Te quiero Orson pero estaba harto de que fueses condescendiente conmigo todo el tiempo y no podía soportarlo más. Esta película será nuestro eterno y amado secreto. Es hora de dejar partir a  los genios y que difundan su conocimiento.

miércoles, 31 de octubre de 2012

RASTRO por Luc Dupont.

Hay días que mejor olvidar, y hay otros de los que no nos acordamos. Los recuerdos son tan volátiles como el estado de ánimo de un hombre cualquiera. Seleccionamos, diseccionamos los cuerpos inertes de años ya pasados, y en lugar de tirar las pieles inservibles, nos servimos de ellas para disfrazarnos de nuestras sombras en nuestra pequeña morgue del ayer. De ayer nadie se acuerda porque nos lo inventamos, la realidad pasa a ser algo que nunca ha sucedido; nadie ha hecho una canción basada en hechos reales porque las letras que escupe el cantante por la boca son palabras plantadas en la parte creativa del cerebro. 

Nuesta historia pues será la que queramos contar a quién se la queramos contar, susurrándoles al oído quiénes fuimos y cuántas jornadas merecieron la pena. Recitaremos de carrerilla todos los grandes momentos de nuestra existencia como los goles del futbolista retirado y convertido ya en autista insuperable para un mundo carente de porterías. 

En un cajero automático a media noche dos vagabundos se cuentan su vida con una mezcla de paz y de vino. Las leyendas brotan de sus lenguas con la misma velocidad que la mierda se adentra en sus uñas. Uno fue rey de Escocia y el otro no se acuerda. Los dos valen tanto como una piedra y más que un banquero. 

Con el volante en mis manos se me ocurren varios caminos que llevan al lugar donde nos vamos a perder por un tiempo indefinido que oscila entre segundos y años luz. Los primeros pasos de los viajes son tímidos y perezosos pues se adivina la temida vuelta a casa y la anticipación de futuros sentimientos se mezcla con el lento despertar de tus òrganos viajeros. El primer contacto de mis manos con tus orejas hace presagiar un torrente de números pares en sucesión perfecta. Las dudas sobre las ecuaciones se despejan con la primera ojeada al retrovisor, con la primera y definitiva constataciòn de que nuestras pieles se buscan y se encuentran.

Como un felino carente del sentido de la  duda y con el único impulso vital de vivir, nuestras letras devoran espacios. Violentas e inconexas, arrastran recuerdos hacia un dibujo ingenioso o una frase tremenda en un texto pretencioso.

 La felicidad es deslizarse por los días sabiendo que lo que viene viene y todo lo que viene se va. Las olas arrastran todo lo que encuentran a su paso, lamiendo rocas y avanzando sin miedo hacia la desalmada arena.


Luc Dupont.

sábado, 15 de septiembre de 2012

CUNA por Piero Galasso

Enterro da sardiña
paixón trocada por camiño
Berros con preguiza
queimadelas no capítulo derradeiro

Nacemento e aturuxos
queixumes retortos en regueifas
por mor dos cuspes e embruxos
sen cadaleito morrerán as súas tolemias

De adeuses e bágoas
non houbo novas na fraga
quizabes o diaño aínda namora
a mouros e mulleres con argalladas

Crenzas populares malia que illadas
xeran desacougados acenos nas facianas
dos que eternamente procurarán metalurxia
nas pedras arroladas polas rías.


Piero Galasso

jueves, 6 de septiembre de 2012

CUALQUIERA por Piero Galasso

Louisiana.1962. Entre sombras, en un vagón mercantil de la Rock Island Line Co., viajan Billy "whooping cough" Gillgham de 75 años que arenga al muchacho Ray Brown quien, a sus 16 años y tras trabajar durante 8 los campos de algodón de Rolling Fork, escapa hacia las luces de Frisco, en busca de su oportunidad. 


- Muchacho, en este tren ya no suenan canciones de Woody Guthrie ni el himno "The man of constant sorrow". Impera el silencio y las miradas esquivas, sin suerte. Acomódate en un rincón y sopesa cada palabra antes que salga de tu boca. Un acento socarrón como el tuyo puede mandarte a la tumba. Estos hombres son de pocas palabras y primeras impresiones. Están hartos de los vagabundos de etiqueta, del golpe generacional de tez burguesa y alma impostora de gitanos trashumantes. No es cierto que disfrutemos de esta vida nómada, es el tiempo que se agota y nos empuja a movernos  en lugar de abandonarnos a la repetición y al desasosiego estático.
Somos la representación de la llamada perdida, el reverso de la moneda y la cara oculta de las tapas del poemario. No somos un colectivo cohesionado en base a unos principios establecidos aunque, quedamente, disfrutamos del lamento ajeno en nuestro común itinerario. Nadie más que tú sentirá la eclosión de felicidad al lograr una meta . No existe el brindis sincero a jornada completa cuando la vida no es otra cosa que el martillear de una máquina de escribir que sólo conserva las letras de la palabra desilusión. Pero, escúchame bien hijo, no conozco mayor emoción que la de coger un nuevo tren a la carrera, lastimosa ya a mi edad, recuperar el aliento sentado al borde de la entrada del vagón y contemplar como los demonios de hormigón y cristal se pierden en la lejanía, dejando su sitio al viento y la tierra , a las lágrimas y la dicha.

Ray no respondió. Las palabras del viejo, que no necesitaban de retroalimentación, y el zumbido del viento le hicieron recordar las primeros versos de la canción "Hoochie Coochie man" y ,con la brisa como acompañamiento, bramó:



The gypsy woman told my mother 
Before I was born
I got a boy child´s comin´
He´s gonna be a son of a gun
He gonna make pretty women´s
Jump and Shout



Y ninguna de las sombras del vagón aulló en la oscuridad.


Piero Galasso