Son las siete y treinta y nueve de la mañana. Me despierto con la carcajada de un chileno provocada por el impacto de la cabeza de una australiana contra la litera donde he dormido, con suerte, tres horas. Acompaño al chileno de nombre Armando en la mofa y de un salto me separo de Amanda, que así se llama la chica de Oceanía, y me meto en el baño compartido con toda una planta del Hostal Amarillo en esta loca ciudad que es Roma. No recuerdo nada de la noche anterior más allá del comienzo en esta misma habitación con 3 australianas( Beth, Laurie y Amanda) Armando y dos botellas de Amaro del Capo. Al mirarme en el espejo me veo en la mejilla izquierda una quemadura de cigarrillo y en la derecha un chupetón del tamaño de una mandarina y otro un poco más pequeño a la altura del pezón derecho. Parece como si alguien creyese muerto a mi pezón e intentase reanimarlo de una forma bastante cómica. En estos momentos mi novia estará pensando ya en cuantas veces le habré sido infiel y realmente sólo puedo prometerle fidelidad en mi destino final.Por el camino seré todas las canciones que me apetezca ser sin ataduras morales ni duelos internos. De todas maneras, en su cabeza ya bulle la imagen de una miniatura de mí mismo follando con cuanta mujer se me ponga por delante en Italia y no importa cuantas veces niegue la mayor, únicamente pecaré en Roma y en el trayecto del tren que me lleve a rozar con los dedos Sicilia. En Calabria seré tan fiel, permitiéndome licencias como jugar al igual que los adolescentes pero sin llegar a ser infiel con todas las de la ley , como sus habitantes al peperoncino. Entregar un poco de luz a la duda permanente hacia uno es liberador y placentero . Actualmente soy un hijo de puta en varios idiomas pero flotar hambriento durante 50 horas a lo largo y ancho de Roma es una oportunidad de ser libre en todas las esferas, que no me puedo permitir dejar de ser yo por ser el alguien de otra persona. Contemplo el reflejo en el espejo y éste me grita que tiene 23 años y cero remordimientos o resaca sólo hambre, un hambre inusitado que acelera los sentidos en una espiral de gula insondable. Me quiero comer Roma y sus piedras y cómo no tengo nada que hacer durante 36 horas preparo mi estómago para la digestión pesada de toda la belleza de siglos de historia.
Piero Galasso
miércoles, 26 de noviembre de 2014
viernes, 14 de noviembre de 2014
CARTAS por Piero Galasso
Año 1996. 19 35 horas .34-35 New Bond Street. Casa de subastas Sotheby´s.
En subasta 158 cartas entre el pintor y egiptólogo español Rigoberto Pértolez Moncano, autor de innumerables retratos de personalidades europeas de la época así como destacable fue su etapa como pintor al servicio de la monarquía española desde que creó " La marcha del Infante Gabriel" y fue destinatario de buena parte del mecenazgo de la misma, y Pablo 1 de Grecia.El lote data de un periodo que da comienzo el 18 de Nobiembre de 1935 y termina el 18 de Mayo de 1946 . De estas misivas se dice que contienen importante información acerca de la cultura egipcia y,según las malas lenguas, de la existencia de una relación más que de mecenazgo entre los dos caballeros. Como punto anecdótico, la última carta jamás ha sido abierta.
La puja comienza en 25.000 libras esterlinas y el lote de correspondencia es adquirido por el caballero da la tablilla con el número 29, Alexander Preytt por un precio total de 49.000 libras. El señor Preytt representa a un fondo privado de marchantes de arte especializados en recabar piezas de interés que tengan relación con Egipto y en especial con la esfinge de Gizeh. Alexander ha ido adquiriendo a cualquier precio documentos, estatuillas, periódicos y como en este caso cartas que mencionen o contengan información sobre la esfinge. Tras extender el cheque , Alexander se dirige al automóvil en marcha que le espera en la puerta del edificio con las cartas en un maletín con combinación cifrada. En el interior del automóvil una voz ,la cual el portador no reconoce, hace la siguiente pregunta:
-¿ Has abierto la última carta?
Alexander sorprendido aunque hastiado de que se dude de su honorabilidad responde con un escueto
- Como de costumbre mi intervención en estos casos es de lo más anecdótica.
- Bien , bien. Aunque, desafortunadamente( desde este momento Alexander yo no escucha nada dado que el paquidérmico chófer, Gundisalvus, se abalanza sobre él ahogándolo con sus propias manos y dándole muerte) la información que creemos contiene la carta del 18 de Mayo es de tal relevancia que no podemos dejar ningún cabo suelto. Muchas gracias por sus servicios, su familia será atendida como es habitual en estos casos. Gundisalvus , haga el favor de llevarme al 49 de la Fitzjohn´s Avenue.
Durante el trayecto y tras dar la orden, el asesino de Alexander se entretuvo pensando en que serán esos 21 gramos que pierde un cuerpo humano al fallecer. Se preguntaba si la muerte suponía el comienzo de algo nuevo en otro cuerpo y dimensión o si simplemente sería la misma repetición palmaria una y otra una y esos 21 gramos fuesen la cantidad exacta de peso que perdía un hombre durante el coito.
Una vez en destino, y antes de ingresar en el edificio el asesino de Alexander abrió el maletín, rompió el sobre de la carta y leyó lo que sigue:
Querido Pablo:
Cada día me maravillo por lo afortunado que soy de vivir en esta época. Ni siquiera la histérica temperatura de Egipto nubla mi ambición. Hemos descubierto notables diferencias en la erosión en distintas partes de la esfinge, parece como si el tallado de la cabeza fuese posterior al del cuerpo por no mencionar la más que evidente diferencia de tamaño entre las dos partes.Parece como si el cuerpo fuese mucho más antiguo y al tocarlo se deshace como si hubiese sido expuesto a recios aguaceros y temperaturas tropicales y esto es un desierto. ¡Una escultura erosionada por lluvias torrenciales en el desierto! Pero ese hallazgo no es lo más asombroso. El día 3 de Abril de este año, Amir mi mozo de carga, tropezó con un saliente que salía del suelo en la retaguardia de la impresionante estatua. Intrigado comenzó a escarbar y accedió a una pequeña cámara. Inundado de alegría acudió a mi encuentro y tras escucharle, hice que todo el personal dejase lo que estaba haciendo y nos dirigimos a comprobar el hallazgo de Amir. ¡Dios santo! Amir había descubierto la entrada a una red kilómetrica de cámaras bajo el desierto que quien sabe cuando había sido construida. Lo más impactante, lo que me ha hecho cambiar mis teorías y dudar hasta de mi condición de ser humano incluso es lo que encontré en el kilómetro 2 cuando (A partir de aquí se tachan 10 folios completos y se lee en árabe lo siguiente أبو الهول سوف تسمح أبدا سر من يكتشفها. أنك لن تمر من هنا كنت سخيف وطي !!!! قد يكون االله معك وإذا قمت بإرسال مثلي الجنس الداعر آخر للتحقيق بشأن الإمبراطورية المصرية سوف تبدأ الحرب العالمية الثالثة. وعدت بالسماح يكون سرا كما أنه كان لأكثر من 20،000 سنة، وسوف إنسانية لا معرفة عن شيء لا يمكن كشف البشر. هذه هي المرة الأخيرة.
Y con la uña del dedo índice el asesino de Alexander rascó lo que parecía ser sangre seca .
Piero Galasso
En subasta 158 cartas entre el pintor y egiptólogo español Rigoberto Pértolez Moncano, autor de innumerables retratos de personalidades europeas de la época así como destacable fue su etapa como pintor al servicio de la monarquía española desde que creó " La marcha del Infante Gabriel" y fue destinatario de buena parte del mecenazgo de la misma, y Pablo 1 de Grecia.El lote data de un periodo que da comienzo el 18 de Nobiembre de 1935 y termina el 18 de Mayo de 1946 . De estas misivas se dice que contienen importante información acerca de la cultura egipcia y,según las malas lenguas, de la existencia de una relación más que de mecenazgo entre los dos caballeros. Como punto anecdótico, la última carta jamás ha sido abierta.
La puja comienza en 25.000 libras esterlinas y el lote de correspondencia es adquirido por el caballero da la tablilla con el número 29, Alexander Preytt por un precio total de 49.000 libras. El señor Preytt representa a un fondo privado de marchantes de arte especializados en recabar piezas de interés que tengan relación con Egipto y en especial con la esfinge de Gizeh. Alexander ha ido adquiriendo a cualquier precio documentos, estatuillas, periódicos y como en este caso cartas que mencionen o contengan información sobre la esfinge. Tras extender el cheque , Alexander se dirige al automóvil en marcha que le espera en la puerta del edificio con las cartas en un maletín con combinación cifrada. En el interior del automóvil una voz ,la cual el portador no reconoce, hace la siguiente pregunta:
-¿ Has abierto la última carta?
Alexander sorprendido aunque hastiado de que se dude de su honorabilidad responde con un escueto
- Como de costumbre mi intervención en estos casos es de lo más anecdótica.
- Bien , bien. Aunque, desafortunadamente( desde este momento Alexander yo no escucha nada dado que el paquidérmico chófer, Gundisalvus, se abalanza sobre él ahogándolo con sus propias manos y dándole muerte) la información que creemos contiene la carta del 18 de Mayo es de tal relevancia que no podemos dejar ningún cabo suelto. Muchas gracias por sus servicios, su familia será atendida como es habitual en estos casos. Gundisalvus , haga el favor de llevarme al 49 de la Fitzjohn´s Avenue.
Durante el trayecto y tras dar la orden, el asesino de Alexander se entretuvo pensando en que serán esos 21 gramos que pierde un cuerpo humano al fallecer. Se preguntaba si la muerte suponía el comienzo de algo nuevo en otro cuerpo y dimensión o si simplemente sería la misma repetición palmaria una y otra una y esos 21 gramos fuesen la cantidad exacta de peso que perdía un hombre durante el coito.
Una vez en destino, y antes de ingresar en el edificio el asesino de Alexander abrió el maletín, rompió el sobre de la carta y leyó lo que sigue:
Querido Pablo:
Cada día me maravillo por lo afortunado que soy de vivir en esta época. Ni siquiera la histérica temperatura de Egipto nubla mi ambición. Hemos descubierto notables diferencias en la erosión en distintas partes de la esfinge, parece como si el tallado de la cabeza fuese posterior al del cuerpo por no mencionar la más que evidente diferencia de tamaño entre las dos partes.Parece como si el cuerpo fuese mucho más antiguo y al tocarlo se deshace como si hubiese sido expuesto a recios aguaceros y temperaturas tropicales y esto es un desierto. ¡Una escultura erosionada por lluvias torrenciales en el desierto! Pero ese hallazgo no es lo más asombroso. El día 3 de Abril de este año, Amir mi mozo de carga, tropezó con un saliente que salía del suelo en la retaguardia de la impresionante estatua. Intrigado comenzó a escarbar y accedió a una pequeña cámara. Inundado de alegría acudió a mi encuentro y tras escucharle, hice que todo el personal dejase lo que estaba haciendo y nos dirigimos a comprobar el hallazgo de Amir. ¡Dios santo! Amir había descubierto la entrada a una red kilómetrica de cámaras bajo el desierto que quien sabe cuando había sido construida. Lo más impactante, lo que me ha hecho cambiar mis teorías y dudar hasta de mi condición de ser humano incluso es lo que encontré en el kilómetro 2 cuando (A partir de aquí se tachan 10 folios completos y se lee en árabe lo siguiente أبو الهول سوف تسمح أبدا سر من يكتشفها. أنك لن تمر من هنا كنت سخيف وطي !!!! قد يكون االله معك وإذا قمت بإرسال مثلي الجنس الداعر آخر للتحقيق بشأن الإمبراطورية المصرية سوف تبدأ الحرب العالمية الثالثة. وعدت بالسماح يكون سرا كما أنه كان لأكثر من 20،000 سنة، وسوف إنسانية لا معرفة عن شيء لا يمكن كشف البشر. هذه هي المرة الأخيرة.
Y con la uña del dedo índice el asesino de Alexander rascó lo que parecía ser sangre seca .
Piero Galasso
sábado, 18 de octubre de 2014
CARTAS por James Duluth
Estoy enfermo. Lleva una maldita semana conmigo la enfermedad en el trabajo y la cotidiana tarea se vuelve homérica con este cuerpo debilitado que manejo. Me siento como la sombra de la llama. Ausente. No me importa ni el tiempo que pierdo en desplazarme por los recovecos de mi rutina. Me da igual. Sólo quiero recuperarme y flotar de nuevo. Volver a abrir los ojos y recibir esa energía que tanto añoro ahora mismo. Ni siquiera te echo en falta a ti. Me resultas insignificante. Sólo pienso en mí y hasta me da igual mi persona también. Me convierto en un egoísta incongruente y por momentos me da la sensación de que me vuelvo loco. Me duermo mezclando recuerdos vividos con situaciones que me hubiese gustado vivir y despierto con la duda de si soy yo quien crea mis sueños. Delirios de grandeza. Los perennes clavos de mi estómago se oxidan con la bilis y adelgazo a pasos agigantados. Estoy perdiendo la razón y la locura se muestra ante mí como el más razonable de los estados. Si estoy loco seré libre, me digo. Y no, por suerte, sólo estoy enfermo y si te echo de menos pero necesitaba herirte para sentirme mejor. ¿Ves? soy una persona normal.
James Duluth
James Duluth
jueves, 16 de octubre de 2014
CARTAS por Luc Dupont
Cuando nos separamos nos lo prometimos. Nada de sms, whatsapp, llamadas por skype ni una llamada normal. CARTAS. Cartas llenas de letras y vacías de sonidos durante seis meses. Esperadísimas cartas, peligrosos sobres que contenían las descargas eléctricas necesarias para reavivar a mi corazón justo cuando el tercer pitido se iba atreviendo a anunciar la muerte de mi órgano más dictatorial; ese pequeño tirano que me lleva a bandazos por territorios terriblemente curvilíneos. Yo que iba de hippster de mierda y tú que de verdad eras un caballo salvaje. Aún recuerdo cuando jugábamos a pincharnos los días con la aguja del tocadiscos. Yo era feliz porque te tenía allí delante; mi fiera preferida, en trance con aquella música. Yo estaba en trance por el amor y no comprendí que tú ya vivías enamorada del mundo desde un principio, que yo solo era un elemento más de algo mágico que provocaba tu continuo éxtasis.
A la primera carta respondí con amor. Una semana esperando por aquel delicioso regalo que paladée con paciencia y cierta auto tortura. La cogí del buzón, la posé en mi mesilla y me prometí esperar diez horas a abrirla, simplemente por el mero hecho de provocarme intenso placer evitando ese instinto de autosatisfacción, como una paja alargada con esmero. Me corrí de delicia,
La segunda carta fue un polvo con fuegos artificiales. Me contabas todas aquellas cosas fantásticas que te pasaban pero que en el fondo no eran nada comparadas a estar con mi piel, decías. Me consolaba saber que mi soledad se veía acompañada por tus pequeñas insatisfacciones en medio de la alegría constante que parecía que te había tocado vivir en la vida.
La tercera carta fue una puñalada. Ahí ya me hablabas de tu mierda de historia espiritual y de que ya no sabías si eras la misma y de que habías conectado de una manera tan auténtica con gente nueva, que tenías una nueva relación contigo misma y que estabas creciendo. Y a mí me crecían las ganas de matarme, de matarte, de dejar de gritarme que lo sabía, de dejar de beber solo.
Y tu cuarta carta fue, como me suponía, una mierda. Prefiero no comentar los costes en desperfectos físicos y morales que esa basura ha conllevado. El nombre de aquel imbécil y su ``alma libre´´ me penetró tan profundamente que desvirgaste mi inocencia.`` Toma mi polla libre´´ fue mi respuesta ebria metida en un sobre a aquel conjunto de letras con olor a estiércol. Fue justo ahí. Cuando me convertí en el capullo que soy.
Gracias.
A la primera carta respondí con amor. Una semana esperando por aquel delicioso regalo que paladée con paciencia y cierta auto tortura. La cogí del buzón, la posé en mi mesilla y me prometí esperar diez horas a abrirla, simplemente por el mero hecho de provocarme intenso placer evitando ese instinto de autosatisfacción, como una paja alargada con esmero. Me corrí de delicia,
La segunda carta fue un polvo con fuegos artificiales. Me contabas todas aquellas cosas fantásticas que te pasaban pero que en el fondo no eran nada comparadas a estar con mi piel, decías. Me consolaba saber que mi soledad se veía acompañada por tus pequeñas insatisfacciones en medio de la alegría constante que parecía que te había tocado vivir en la vida.
La tercera carta fue una puñalada. Ahí ya me hablabas de tu mierda de historia espiritual y de que ya no sabías si eras la misma y de que habías conectado de una manera tan auténtica con gente nueva, que tenías una nueva relación contigo misma y que estabas creciendo. Y a mí me crecían las ganas de matarme, de matarte, de dejar de gritarme que lo sabía, de dejar de beber solo.
Y tu cuarta carta fue, como me suponía, una mierda. Prefiero no comentar los costes en desperfectos físicos y morales que esa basura ha conllevado. El nombre de aquel imbécil y su ``alma libre´´ me penetró tan profundamente que desvirgaste mi inocencia.`` Toma mi polla libre´´ fue mi respuesta ebria metida en un sobre a aquel conjunto de letras con olor a estiércol. Fue justo ahí. Cuando me convertí en el capullo que soy.
Gracias.
martes, 30 de septiembre de 2014
CARDO por Luc Dupont
-¿Qué quieres ser de mayor, Arturo?
-¡Catatonia! ¡Catatonia!
-¿Qué dices chaval?
-¡Catatonia!
Aquél era el quinto psicólogo que le habían asignado al niño después de haber entrado en ese estado que los médicos denominaban como ``estado catatónico´´. La catatonia no es una enfermedad en sí misma sino un síndrome debido a múltiples causas. Los doctores calmaban a los padres con la frase de siempre: ``No se preocupen, no se preocupen. Existen dos tipos de catatonia: una forma benigna y una forma maligna de elevada mortalidad que se manifiesta en fases de excitación y de estupor llamada catatonia letal de Stauder, y con síntomas similares a los del síndrome neuroléptico maligno. No se preocupen, no se preocupen, la catatonia letal de Stauder tiene un 1% de posibilidades de aparecer.´´
Con aquellas patrañas querían convencer a los padres de que todo aquello de la catatonia se iba a quedar en nada. Lo peor era cuando se les ocurría preguntar: ``¿Y si tuviera la catatonia de Stauder?´´.-``No se preocupen, la catatonia letal de Stauder sólo tiene un 1% de posibilidades de aparecer´´
Arturito había sido hasta el primer ataque de catatonia el niño más feliz del mundo; sus ojos brillaban con una luz de esas que hace incrementar el precio del megavatio y dispara las cuentas de la gente sin cartera. Su sonrisa era una generadora de burbujas más de champagne (por aquel entonces renegaba del cava) que inmobiliarias. Su único techo eran los límites físicos de las leyes que hasta entonces no se atrevía a mancillar. Su educación religiosa, su miedo a pecar y su halo de santo le iban llevando a un camino practicamente monacal. Desde muy pronto sobresalió su dominio de las lenguas, ya que, además de dominar a la perfección sus nativos catalán y castellano, hablaba francés en la intimidad y practicaba el italiano con su tío Giorgio Pugioli de Palermo, Sicilia.
Pero aquella dorada infancia se rompió un lunes por la tarde, cuando se dan las galas de Gran Hermano y las malas noticias.
-Arturito, tu padre se va a vivir un tiempo fuera pero lo podrás seguir viendo cuando quieras.
Arturo se quedó bloqueado. Tan bloqueado que se le olvidaron todos aquellos idiomas que se le iban metiendo en la cabeza; toda aquella riqueza de palabras se esfumó para dejar solo hueco a una:
-!CATATONIA!
Luc Dupont
-¡Catatonia! ¡Catatonia!
-¿Qué dices chaval?
-¡Catatonia!
Aquél era el quinto psicólogo que le habían asignado al niño después de haber entrado en ese estado que los médicos denominaban como ``estado catatónico´´. La catatonia no es una enfermedad en sí misma sino un síndrome debido a múltiples causas. Los doctores calmaban a los padres con la frase de siempre: ``No se preocupen, no se preocupen. Existen dos tipos de catatonia: una forma benigna y una forma maligna de elevada mortalidad que se manifiesta en fases de excitación y de estupor llamada catatonia letal de Stauder, y con síntomas similares a los del síndrome neuroléptico maligno. No se preocupen, no se preocupen, la catatonia letal de Stauder tiene un 1% de posibilidades de aparecer.´´
Con aquellas patrañas querían convencer a los padres de que todo aquello de la catatonia se iba a quedar en nada. Lo peor era cuando se les ocurría preguntar: ``¿Y si tuviera la catatonia de Stauder?´´.-``No se preocupen, la catatonia letal de Stauder sólo tiene un 1% de posibilidades de aparecer´´
Arturito había sido hasta el primer ataque de catatonia el niño más feliz del mundo; sus ojos brillaban con una luz de esas que hace incrementar el precio del megavatio y dispara las cuentas de la gente sin cartera. Su sonrisa era una generadora de burbujas más de champagne (por aquel entonces renegaba del cava) que inmobiliarias. Su único techo eran los límites físicos de las leyes que hasta entonces no se atrevía a mancillar. Su educación religiosa, su miedo a pecar y su halo de santo le iban llevando a un camino practicamente monacal. Desde muy pronto sobresalió su dominio de las lenguas, ya que, además de dominar a la perfección sus nativos catalán y castellano, hablaba francés en la intimidad y practicaba el italiano con su tío Giorgio Pugioli de Palermo, Sicilia.
Pero aquella dorada infancia se rompió un lunes por la tarde, cuando se dan las galas de Gran Hermano y las malas noticias.
-Arturito, tu padre se va a vivir un tiempo fuera pero lo podrás seguir viendo cuando quieras.
Arturo se quedó bloqueado. Tan bloqueado que se le olvidaron todos aquellos idiomas que se le iban metiendo en la cabeza; toda aquella riqueza de palabras se esfumó para dejar solo hueco a una:
-!CATATONIA!
Luc Dupont
sábado, 13 de septiembre de 2014
CARDO por Piero Galasso
Es una frase que tuve en mis manos, seguramente, millones de veces. Evidentemente, sin tener la más mínima idea hasta que el otro día ,de casualidad, leí en el canto de una moneda un lema en latín que me maravilló como sólo lo hacen las lenguas muertas que a nadie importan ya: NEMO ME IMPUNE LACESSIT*. Días y días sustrayendo vida de las entrañas de Inglaterra y me doy cuenta, ya en el exilio, de la gran locución que adorna muchas monedas de una libra. Es eso que ocurre muchas veces en la vida, contemplamos lo principal y estos detalles gloriosos de la numismática se nos escapan y viven ocultos al amparo de nuestro desinterés. Más aún, indagando un poco en el origen del lema, me fascina que el grito de un danés tras pisar un cardo generara que los escoceses se percataran de su presencia y atacaran con premura a los invasores , derrotándolos. De ahí que el cardo aparezca en la simbología del pais y esas cuatro palabras en latín demuestren la bravura de un pueblo.
Como buen supersticioso, otorgo a ciertos objetos el poder de cambiar mi dicha y ,ahora, el de mayor poder es precisamente una moneda de una libra que llevo en mi cartera desde el año 2010. La moneda no es distinta de tantas otras que pasaron momentáneamente por mis manos antes de convertirse en cerveza pero , indudablemente, su valor es enorme dado que su último poseedor fue el escritor Nick Hornby.
Entre 2006 y 2010 trabajé en una librería en el Soho londinense, en el 25 de la Old Compton street ,mientras intentaba hacerme un nombre como escritor. Allí vendía pequeños relatos a los clientes habituales lo que me permitía comprar mis paquetes de Mrlboro engrandeciendo esa relación fantástica entre el tabaco e Inglaterra sufragada por los miserables que aún somos adictos al humo. El trabajo en una librería no difiere del de cualquier establecimiento de venta al público: colocar las unidades, hacer inventario, ofrecer un buen trato al cliente e higiene personal. Lo básico. Pero esa librería estaba en el Soho de Londres, que es algo que ya comenté y recalco dado lo variopinto del emplazamiento.
La Old Compton street es una calle donde predominan los sex shops, las putas, los maricones y la extravagancia. Y esa mezcla se nota en la clientela. Todavía recuerdo aquella muchacha rusa que estuvo hablando durante una hora sobre los cuentos del Don y nos convirtió a empleados, dueño y clientes del local en escuchantes de una conferencia hiperbólica sobre la literatura rusa. Una chica culta fuertemente dotada para la oratoria y en Londres, por lo que sea, malvive comiendo pollas.
Las charlas sobre cualquier autor se sucedían día a día y yo me maravillaba de formar parte de un cocktail intelectual enardecedor aunque fuera sólo de forma presencial. Un día ,mientras comentaba a grosso modo paradojas en la escritura de Benedetti y le explicaba a un iraní que significaba la terrible expresión "tomar las de Villadiego", entró en nuestro pequeño mundo un tipo calvo y rechoncho que se parecía a Hornby. En un principio, continuamos como si nada dado que la imagen de un tipo calvo, rechoncho y colorado es el símil británico de los niños del maiz. Fotocopias. Pero este tipo tenía la mirada ácida de los que saben de que va el juego. Era Nick Hornby, era él. Mientras acercaba Urugay a Irán, estaba pendiente del movimiento del gordo por la tienda. Jugueteó por el pasillo de los clásicos, buceó en lo contemporáneo y para mi puta sorpresa, se detuvo delante de mis relatos. Mis relatos no estaban encuadernados ni tan siquiera me preocupaba de darles buena presencia. Simplemente eran folios escritos a máquina, dotado cada uno de un relato corto, apilados bajo el cartel TAKE A ONE POUND NAPKIN IF YOU NEED TO SNEEZE ON A SWEET LITTLE STORY*. A Hornby le hizo gracia el reclamo y tomó 11 folios y se dirigió a caja. Allí me pagó con un billete de diez libras y me dió una moneda de una libra que atesoro como buen mitómano. Y es que no sé si realmente los leyó o recogió con ellos la mierda de su perro pero he de decir que me olvidé de Uruguay por un momento y desde aquel puro momento, el primer y genuino adoquín de mi camino fue colocado.
* Nadie me ofende impunemente.
* Tome una servilleta de a libra si necesita estornudar en una pequeña dulce historia.
Piero Galasso
Como buen supersticioso, otorgo a ciertos objetos el poder de cambiar mi dicha y ,ahora, el de mayor poder es precisamente una moneda de una libra que llevo en mi cartera desde el año 2010. La moneda no es distinta de tantas otras que pasaron momentáneamente por mis manos antes de convertirse en cerveza pero , indudablemente, su valor es enorme dado que su último poseedor fue el escritor Nick Hornby.
Entre 2006 y 2010 trabajé en una librería en el Soho londinense, en el 25 de la Old Compton street ,mientras intentaba hacerme un nombre como escritor. Allí vendía pequeños relatos a los clientes habituales lo que me permitía comprar mis paquetes de Mrlboro engrandeciendo esa relación fantástica entre el tabaco e Inglaterra sufragada por los miserables que aún somos adictos al humo. El trabajo en una librería no difiere del de cualquier establecimiento de venta al público: colocar las unidades, hacer inventario, ofrecer un buen trato al cliente e higiene personal. Lo básico. Pero esa librería estaba en el Soho de Londres, que es algo que ya comenté y recalco dado lo variopinto del emplazamiento.
La Old Compton street es una calle donde predominan los sex shops, las putas, los maricones y la extravagancia. Y esa mezcla se nota en la clientela. Todavía recuerdo aquella muchacha rusa que estuvo hablando durante una hora sobre los cuentos del Don y nos convirtió a empleados, dueño y clientes del local en escuchantes de una conferencia hiperbólica sobre la literatura rusa. Una chica culta fuertemente dotada para la oratoria y en Londres, por lo que sea, malvive comiendo pollas.
Las charlas sobre cualquier autor se sucedían día a día y yo me maravillaba de formar parte de un cocktail intelectual enardecedor aunque fuera sólo de forma presencial. Un día ,mientras comentaba a grosso modo paradojas en la escritura de Benedetti y le explicaba a un iraní que significaba la terrible expresión "tomar las de Villadiego", entró en nuestro pequeño mundo un tipo calvo y rechoncho que se parecía a Hornby. En un principio, continuamos como si nada dado que la imagen de un tipo calvo, rechoncho y colorado es el símil británico de los niños del maiz. Fotocopias. Pero este tipo tenía la mirada ácida de los que saben de que va el juego. Era Nick Hornby, era él. Mientras acercaba Urugay a Irán, estaba pendiente del movimiento del gordo por la tienda. Jugueteó por el pasillo de los clásicos, buceó en lo contemporáneo y para mi puta sorpresa, se detuvo delante de mis relatos. Mis relatos no estaban encuadernados ni tan siquiera me preocupaba de darles buena presencia. Simplemente eran folios escritos a máquina, dotado cada uno de un relato corto, apilados bajo el cartel TAKE A ONE POUND NAPKIN IF YOU NEED TO SNEEZE ON A SWEET LITTLE STORY*. A Hornby le hizo gracia el reclamo y tomó 11 folios y se dirigió a caja. Allí me pagó con un billete de diez libras y me dió una moneda de una libra que atesoro como buen mitómano. Y es que no sé si realmente los leyó o recogió con ellos la mierda de su perro pero he de decir que me olvidé de Uruguay por un momento y desde aquel puro momento, el primer y genuino adoquín de mi camino fue colocado.
* Nadie me ofende impunemente.
* Tome una servilleta de a libra si necesita estornudar en una pequeña dulce historia.
Piero Galasso
martes, 9 de septiembre de 2014
CUADRILÁTERO por James Duluth
Caminaba por Roma y se sentía prisionero de la vida de otras personas. Conocía tal cantidad de seres humanos que ya lo único que le llenaba el espíritu era caminar la ciudad por la noche , en soledad. Fumando mil cigarrillos y dejando su particular estela de humo y tos ferina. Roma y sus palacios. Camino. Continua y revoltosa Roma. Cuando la disfrutaba la odiaba pero sabedor de su condición de reo del imperio, se lamentaba y se sentía como Batistuta. Y es que a Batistuta, un tipo nacido en la ciudad de Reconquista, no le gustaba el fútbol. Ese pelotudo era la máxima expresión del oportunismo balompédico dotado de un talento descomunal y resulta que odiaba su profesión. Aquel hombre que gritaba locuras en un recio italiano a la afición de la Lazio tras marcar un gol con la Roma no podía ser un intérprete. Exudaba emoción y rabia cuando el balón bailaba con la red. Y eso no hay actor que consiga fingirlo. Ni Brando del que decían que consiguió demostrar muerte mostrando un rostro impertérrito cuando le dijeron que Sonny había sido acribillado sería capaz de no demostrar pasión delante de la turba tras un lance del juego favorable. Aunque Batistuta jure y perjure que el fútbol le arruinó el cuerpo y casi lo deja cojo y lo detestaba desde chico no pudo haber fingido como puta de burdel de tercera. Al pedo Gabriel, al pedo.
Y nuestro caminante se sentía a veces como Batistuta pero en muchas otras ocasiones era ese ser humano que amaba a Roma. De ahí esos encuentros silenciosos y nocturnos con la amada, como los adolescentes que se aman prometiéndose futuro con los dedos cruzados en la espalda. Él y la ciudad eran uno en la noche y el hombre no conseguía dormir tras su paseo nocturno porque todas las noches se preguntaba que estaría ocurriendo en la ciudad en ese mismo momento que el se disponía a desaparecer por unas horas. Y Roma parecía burlarse de él con un nuevo e interminable amanecer.
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