La luna ha llamado hoy a mi puerta. He salido a recibirla con una sonrisa, como en los viejos tiempos. He decidido dejar, por un momento, de llorar mi suerte, de estar roto, de ahogarme con mis lágrimas invisibles. Sólo quiero volar un poco, oler el tiempo, cambiar de aires para ventilar mi corazón oxidado. Me quitaré la chaqueta de la tristeza, hoy no pasaré frío, no temblaré de miedo.
Después de dar dos pasos, tu voz ya parece más lejana, estoy dejando de escuchar tus canciones. Quiero doblar la esquina, sé que allí me encontraré menos perdido y más entero. Mis zapatos se hunden en charcos hechos para mí, no me caben las manos en estos bolsillos egoístas. ¿Qué ha pasado para que el mundo sea gris? ¿Quién me ha convertido en cenizas? No entiendo cómo pudo empezar con amor lo que se ha convertido en incendio, mi corazón arde y nadie se acerca a apagarlo. Sólo veo casas en ruinas, perros sin su dueño.
Con esperanza y paciencia me siento en el escalón de la puerta del mañana. Un cigarro en mi vacío temporal, justo en medio de dos épocas. Me quedaré aquí hasta nacer de nuevo, me romperé los nudillos contra el espejismo de la derrota, me he convertido en metáfora de algo que no entiendo. Las estrellas están ahí quietas, riéndose de mí, tratándome con una crueldad que me viene bien, me apetece.
¿Quién seré mañana? ¿Saldrá por esa puerta la ilusión? Mi cabeza no deja de imaginarse posibles disfraces, alternativas coherentes que me lleven lejos de aquí. Puede que me toque más tristeza, pero será de otro tipo, diferente, seguro que incluso inspiradora. Ojalá que aparezca melancolía con muchas ganas de sonreir, que el color azul pueda ser violeta pero nunca se convierta en negro. Me doy cuenta de que todas estas cavilaciones irán directas al olvido, por eso debo aprovechar para reir, reirme solo, en medio de nada, sin ningún testigo. La máxima expresión de cordura hace que todos me llamen loco. Cuando salga el sol, seré el loco al que le brillan los ojos, el que pierde el tiempo entre sonrisas y sollozos.
Ya llega el sueño, me hago un ovillo para protegerme del viento. Quizás me haga mayor en este rincón, esperando un imposible. Se me van cerrando los ojos, mis pensamientos se difuminan hasta mezclar los significados. Ya no veo tu cara, aparece una sombra, no puedo reconocerte. Te vas haciendo pequeña, diminuta, estás evaporándote de mi memoria. Te enviaré una postal desde la incertidumbre. Gracias por acompañarme en parte de mi camino. No busques al remitente, ese hombre ha muerto.
Lo bueno de cambiar la piel es que seguimos conservando el corazón.
jó..pues adiós..
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